Cuando Seiko sufre una caída por las escaleras, el hospital avisa a su único familiar: su hijo. Seiichi pronto se da cuenta de que su madre ya no puede valerse por sí misma y, aunque ella ni siquiera es capaz de reconocerle, decide llevársela a casa. Allí es testigo del declive físico y mental de Seiko día a día. Y finalmente, a través de un sueño, llega la última conversación entre ambos.
Aquí termina la historia de amor, obsesión, dolor y odio entre una madre y su hijo.