La cultura japonesa desde la óptica de una de las ilustradoras más singulares de la actualidad.
En febrero de 2017, Amaia Arrazola tomó un avión con destino a Matsudo, Japón, para disfrutar de una beca. Su alojamiento: un love hotel reconvertido en residencia artística y conectado con un salón de pachinko, una suerte de máquinas tragaperras muy populares en el país nipón. Estaba claro que el viaje no la iba a dejar indiferente.
A lo largo de un mes, Amaia fue recogiendo diariamente sus experiencias en forma de dibujos, dibujos que ahora forman parte de este diario de viaje repleto de anécdotas, observaciones, asombros. Desde la gastronomía hasta el urbanismo, desde la soledad colectiva hasta la visión del sexo, desde las palabras peculiares hasta por supuesto las artes, nada escapa al lápiz fresco e irónico de esta ilustradora excepcional.