Hemos vuelto de una guerra que duró demasiado.
Ya no estamos en el campo de batalla, pero nos la trajimos con nosotros.
Nos acompaña siempre, dentro de nuestra cabeza. Siempre alerta, siempre en tensión.
Ahora vivimos en la calle, abandonados. Es difícil confiar cuando siempre estás esperando un ataque, es imposible dormir cuando los recuerdos te persiguen y solo se callan con calmantes.
Estamos a merced de las bandas que imponen su ley y se aprovechan de nuestra debilidad a golpes y a tiros. Cada vez quedamos menos.
Pero se han olvidado de algo.
Sigo siendo una soldado. Y ahora están en mi punto de mira.