A Ken le encantan los grupos de idols masculinos desde que acudió a su primer concierto con 15 años. Ahora, con 22, trabaja como profesor en un instituto y sigue disfrutando al máximo de su afición, comprando todos los productos de su grupo favorito. Sin embargo, cuando va a reservar su último single, el dependiente resulta ser Haruma, un alumno de su centro, que le termina reconociendo. Ante el temor de que la gente descubra su pasión, Ken le pide que le guarde el secreto, pero Haruma solo lo hará con una condición: que le obedezca como si fuese un perro. Así empieza una relación de amo y sumiso de lo más complicada.