Shinichi es un niño retraído que suele ser el objetivo de las burlas en el colegio, pero un día, superando su timidez, invita a un compañero de clase —el ingenuo narrador de esta historia— a jugar por la tarde en su casa para celebrar el festival de Inari. Y así, el sorprendido invitado descubre que el niño apocado y mimado tiene también una faceta perversa. Durante los juegos secretos en la mansión, Shinichi se convierte en un pequeño tirano para su hermana, para el hijo de unos sirvientes y para nuestro protagonista —trasunto del propio autor—, a quien cada vez le resulta más placentero sucumbir a la fascinante atracción que le produce el sometimiento a la maliciosa tiranía de sus nuevos amigos.
El muchacho y otros relatos de infancia cruel nos acerca a los inicios de la carrera literaria de un joven Tanizaki, años caracterizados por la penuria económica y los golpes emocionales. En estos relatos los niños, lejos de la acostumbrada idealización de la infancia, protagonizan historias sobre el deseo, el dolor, la enfermedad o la pérdida que, además, contienen una gran carga autobiográfica.