La caída del Occidente romano es uno de los temas más abundantemente tratadospor la historiografía, desde Gibbon hasta nuestros días, y sigue fascinándonoscomo fascina mirar a un abismo: cómo un imperio tan poderoso, y en aparienciatan sólido, se debilitó hasta caer en apenas setenta años? Las respuestas a esta cuestión han sido múltiples y se han planteado desde numerosos prismas, achacándose culpas sea a bárbaros, sea a cristianos, sea a ambos enfatizándose factores climáticos, desequilibrios sociales o marasmo económico apuntando a la erosión de los viejos valores, a las innúmeras guerras civiles o a la corrupción de las élites Esta pléyade de respuestas subraya el desafío que supone tratar de comprender y explicar por qué Roma cayó, un desafío que asume José Soto Chica, uno de nuestros mayores expertos en la Antigüedad Tardía y autor de libros señeroscomo Imperios y bárbaros o Visigodos. Hijos de un dios furioso, para plantear, a su vez, otra pregunta: por qué el imperio gemelo , la Roma de Oriente, Bizancio, sobrevivió y prosperó, mientras Occidente se hundía y disgregaba. Alrededor de este eje, El águila y los cuervos desarrolla un relato vibrante sobre el convulso tiempo que medió entre el reinado de Juliano el Apóstata y el día del año 476 en que Odoacro depuso al último emperador de Occidente, el niño Rómulo Augusto, para enviar las insignias imperiales a Constantinopla. Un relato que integra los distintos aspectos que tener en cuenta para entender el proceso que quebró al Imperio políticos, militares, sociales, religiosos, económicos o culturales, pero en el que la erudición no ahoga un ritmo frenético, con personajes trágicos de la talla de un Aecio el último de los romanos o una Gala Placidia, con emperadores funestos como Valentiniano III y otros como Mayoriano que trataron desesperadamente de salvar los restos del naufragio, con bárbaros como el godo Alarico o el vándalo Genserico, saqueadoresde una ciudad cuyos muros no había hollado ningún enemigo en ochocientos años. Porque lo impensable pasó: Roma cayó, y los cuervos se enseñorearon sobre el águila.