El destino final de su viaje: las ruinas de Mawaki. ¡Pilares de 6.000 años sobre los que se cierne la bóveda celeste!.
Ahora que Isaki y Ganta se han quedado solos, el tiempo parece remansarse en este fugaz paraíso. Ganta confiesa las razones por las que no puede dormir y, cuando su voz se quiebra en un sollozo, se ve sorprendido por un beso de Isaki. Liberados de las obligaciones cotidianas, y en pos del cielo estrellado, llegarán al destino de su viaje: las ruinas de Mawaki.