20 de enero de 1919, Benito Pérez Galdós, ya casi ciego e inválido, asiste a la inauguración del monumento en su honor en el Retiro. Aquella misma noche, un hombre muere degollado a los pies de la estatua, y la asesina no es sino la enfermera de Galdós, Elena. Diez años antes, Galdós se encuentra perdido. La vejez y la pérdida de vista le afectan enormemente, y Madrid se le antoja agobiante, hasta tal punto que halla consuelo escapándose a sus recuerdos cuando no puede escapar a Santander.
Es entonces cuando conoce a Elena Mideres, una muchacha caída en desgracia a la que apodan La Miseria, a la que acoge como protegida. La vida de Elena es tan galdosiana como las propias novelas del autor. Ambos compartirán los recuerdos de sus vidas, los amores perdidos y los apuros económicos.