La miseria emocional de Megg, Mogg, Búho y Werewolf Jones es inagotable. No rest for the wicked. Las piezas, lejos de ir encajando, se van desperdigando por el tablero. Los personajes de Hanselmann se sienten cada vez más perdidos y, lo que es peor, no hay visos de que encuentren en su entorno un centro de gravedad permanente más allá de los antidepresivos y la comida basura.
En la esta nueva entrega de la serie de antihumor de la década, nuestros protagonistas viajan -con catastróficas consecuencias- a la capital del vicio legalizado de la vieja Europa, Amsterdam, y se presentan nuevos presonajes: Jaxon y Diesel, los retoños de WW Jones. Así no hay manera. Dónde vamos a llegar.