Esa minúscula taberna no tiene nombre, su dueño tampoco. Sin embargo, en el barrio de Shinjuku, todo el mundo los conoce. Abierta desde las doce de la noche hasta las siete de la madrugada, acoge a los noctámbulos de Tokio: boxeadores, prostitutas, actores porno, policías y yakuzas acaban allí para tomar sake, caldo, ramen o sopa de miso, según lo que haya en la cocina. Cada plato da lugar a un encuentro, una historia.
La cantina de medianoche, una auténtica crónica social y culinaria, es un superventas en Japón, donde se han producido dos películas basadas en el manga, que también tiene serie televisiva en Netflix, con el título Midnight Diner: Tokyo stories. A medio camino entre ficción, manga y documental, su adaptación entraría en lo que se denomina dramas culinarios o gourmet dramas como Samuraï Gourmet, que se inspira en El gourmet solitario y su secuela Paseos de un gourmet solitario (Astiberri, 2010 y 2016). Inmersiones gastronómicas que permiten por otro lado esbozar un retrato de la sociedad nipona, sus frustraciones y contradicciones.