Las segundas partes también son buenas: Carlos Giménez retorna a algunos de sus personajes favoritos para darles otra vuelta de tuerca a sus historias. Carlos Giménez regresa con cuatro historias rebosantes de nostalgia, donde evoca una época donde los tebeos todavía no se habían rebautizado como cómics o novelas gráficas y donde la vida era más sencilla y despreocupada, al menos a los ojos de un adolescente. Narraciones de reencuentros con viejos amigos (con Luis, el gran referente para el niño protagonista del primer relato), con antiguas amantes (aunque hayan perdido con los años su deslumbrante figura) y de personajes estrambóticos, como el moroso de Julianito o un dibujante al que ayudaban unos enanos a terminar unas páginas en un plazo tremendamente corto. Con su último álbum, Giménez nos recuerda que las grandes historias nunca terminan y que los mejores personajes permanecen para siempre en nuestra memoria.