2 de junio de 1453. Don Álvaro de Luna, un bastardo de poco linaje y mano derecha de don Juan II de Castilla, es decapitado en la Plaza Mayor de Valladolid. Durante nueve días, su cabeza seccionada permanece expuesta en lo alto de una viga de madera para escarnio público. La gente se pregunta cómo aquel hombre llegó a convertirse en el noble más poderoso, rico e influyente del reino; qué hizo para mantenerse en la cúspide del poder durante tres décadas sin sucumbir a las conspiraciones de sus enemigos; cuál fue el error que cometió para acabar humillado de manera tan indigna, y por qué el rey, a quien había salvado de numerosas conjuras, firmó la sentencia de muerte de su único amigo y protector. Solo unos pocos conocen la verdadera historia de lo que ha sucedido.