El Principito viene de un planeta apenas más grande que él, donde hay baobabs y una magnífica rosa. El Principito adora los atardeceres. Un día, ¡lo vio cuarenta y cuatro veces! También ha visitado otros planetas, donde viven muchos adultos importantes que no le comprenden. Pero en el desierto del Sáhara, se encontró con un piloto. Le pidió: «Dibújame un cordero…», y él supo dar respuesta a sus preguntas.
Este es mi secreto. Es muy sencillo: solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.