A finales de 1944, el Ejército alemán se encontraba asediado en dos frentes y exhausto después de 5 años de lucha, sin apenas capacidad industrial y militar para organizar y planificar operaciones ofensivas. No obstante, sobre el papel les quedaban todavía las últimas divisiones panzer, las divisiones Volksgrenadier y parte de las divisiones de élite de las Waffen SS, además de otras milicias organizadas ad hoc como la Volkssturm o la Werwolf, con las que intentar revertir la situación. Lejos de adoptar una postura meramente defensiva, sus divisiones de choque continuaron mostrando una agresividad implacable hasta el final.