Los humanos siempre hemos sido conscientes de que nuestras vidas dependían de la clemencia de la naturaleza y el clima. Hemos adorado a las tormentas, creado dioses del mar y rogado por lluvias pacíficas, por primaveras sin granizo, veranos suaves e inviernos clementes. Sin embargo, también nos hemos considerado dueños y señores de esa misma naturaleza, con autoridad para usarla a nuestro antojo, sin ser conscientes de las consecuencias. En este número vamos a quitarnos esa venda de los ojos, porque ahora sí existe consciencia de la necesidad de estudiar el clima y sus variaciones, de los peligros de alterarlo y, también, y no menos importante, de que ha influido de manera profunda en la historia de la Humanidad. Porque la historia la hacen las personas, y pocas cosas influyen más en las personas que el clima. En una escala macro, los cambios climáticos a lo largo de la historia han influido en cómo se mueve la población, qué sitios se habitan y cuáles se abandonan; cómo se crean nuevas redes de contactos, así como en el móvil de las migraciones e invasiones. Las comunidades humanas han desarrollado diferentes estrategias para adaptarse a estos cambios, se han rendido a la evidencia o han peleado por sobrevivir, los cual nos ha marcado profundamente. En este intento de explicar cómo el clima ha marcado el devenir de la humanidad, es fundamental la colaboración interdisciplinar entre climatólogos, historiadores y geólogos, un análisis que, además, se puede proyectar para intentar atisbar en el futuro.