A Jon le encantaba escuchar el canto de los pájaros. El trino de los cardenales, los graznidos de los cuervos, el parloteo de los carboneros, los herrerillos y los arrendajos; el piar de las golondrinas comunes y los arrullos de las palomas. Una noche, el búho ulula, con esa voz tan gutural y encantadora, y el chico le responde a dúo. Pero cuando otro búho contesta desde los pinos más cercanos, Jon descubre que no se trata de ningún pájaro. A veces, el mejor canto es el que entona una nueva amistad.