Estamos entrando en una nueva era: las placas tectónicas geopolíticas han comenzado a moverse de nuevo. Los neoimperios han despertado de su letargo y han decidido cuestionar el orden internacional. China y Rusia quieren vengarse de Occidente y rehacer el mundo a su gusto. La Guerra de los Mundos ha comenzado.
Esta guerra se librará desde Ucrania hasta Taiwán, desde el fondo del mar hasta el espacio exterior, en las minas de litio y en el ciberespacio. Será larga y enfrentará no solo a dos bloques, sino a una familia occidental, más bien liberal, contra una autoritaria familia euroasiática. Será una lucha por la influencia a escala global, marcada por las crisis y los conflictos regionales. ¿Estamos, como en la decada de 1910, en vísperas del gran choque de imperios? ¿O, como en la de 1930, ante el surgimiento de un totalitarismo agresivo? ¿O, como en los años cincuenta, al comienzo de una nueva forma de Guerra Fría? ¿Que pasaría si Occidente no estuviera en tan mala posición para ganar esta nueva guerra? ¿Y si sus debilidades fueran menos importantes que las de sus oponentes?