Para la Wehrmacht, el año 1943 empezó con el desafío de contener a las fuerzas soviéticas en su avance hacia el oeste tras la victoria de Stalingrado –lo que conseguirían con la reconquista de Járkov en marzo tras una magnífica maniobra operacional de las divisiones Panzer– y continuó con la crisis provocada por los aliados occidentales al desembarcar en Sicilia. Durante este año crucial de la guerra, los carros de combate alemanes obtuvieron rotundas victorias tácticas en todos los escenarios, desde la abrupta Sicilia hasta la inmensa Ucrania. Ya fuera por medio de emboscadas entre los roquedos de Italia o maniobrando audazmente por las llanuras rusas, las nuevas divisiones Panzer, con menos carros de combate, pero más poderosos, demostrarían una vez más, a lo largo del año, que estaban a la altura de lo que se les exigía. Además de los desarrollos tecnológicos que ya vimos en el volumen anterior, con la incorporación del cañón largo de 75 mm (Langrohr) y la irrupción del Tiger, también determinante para el arma Panzer fue la aparición en 1943 del carro de combate Panther. Más rápido, con un excelente cañón de 75 mm, con un magnífico blindaje inclinado y con una capacidad táctica extraordinaria, este Panzer, nacido para ser la respuesta al T-34 soviético, no tardó en obligar al Ejército Rojo a reaccionar a su vez con nuevos diseños frente a tan letal enemigo.