El osado intento de Felipe V de revivir los antiguos reinos españoles de Italia en 1718, que fracasó ante la formación de la Cuádruple Alianza –el Reino Unido, Francia, el Imperio y las Provincias Unidas–, cobró un renovado impulso una década después merced a un giro copernicano en la política europea. Tras una efímera alianza con su archienemigo, el emperador Carlos VI, destinada a contener al bloque anglo-francés y a propiciar la instalación de su hijo Carlos –futuro Carlos III– en los ducados de Parma y Piacenza, Felipe V firmó el llamado Pacto de Familia con su pariente Luis XV de Francia. La crisis sucesoria polaca, en la que este intervino para salvaguardar las aspiraciones de su suegro Estanislao Leszczynski, desencadenó un conflicto europeo que proporcionó a Felipe V el escenario idóneo para ajustar cuentas con el emperador. Un ejército hispano desembarcó en la Toscana y, en una brillante campaña caracterizada por una sucesión largas marchas y asedios de plazas fuertes, doblegó a las fuerzas austriacas que defendían Nápoles y Sicilia. Este número, dedicado a la Guerra de Sucesión polaca, da cuenta del cambiante panorama geopolítico de la década central del primer tercio del setecientos, así como de los hechos de armas protagonizados por las fuerzas españoles en Italia, incluida la decisiva batalla de Bitonto, el papel central de una nueva arma, el Real Cuerpo de Ingenieros, y la eficiente logística que hizo posible, esta vez sí, el regreso de los borbones a Italia.