A efectos prácticos, el 15 de abril de 1945 la Segunda Guerra Mundial en Europa había terminado. Alemania, perdidos sus últimos aliados e invadida por el este y por el oeste, estaba acabada y todos eran conscientes de ello. Solo Adolf Hitler, enterrado en su búnker, se negaba a ver lo evidente, solo el soldado soviético, enterrado en su trinchera a la espera del asalto definitivo, trataba de olvidar que aún le quedaban ríos de sangre por cruzar pues frente a él se hallaba Berlín, la “guarida de la bestia nazi”, cuyos accesos estaban defendidos por hombres que sabían que tendrían que luchar hasta el amargo final. El presente número de Desperta Ferro Contemporánea, primero de los dos que dedicaremos a la batalla de Berlín en su 75.º aniversario, quiere narrar, precisamente, los combates y los hombres que lucharon en torno a la capital del Reich, como los encarnizados combates en los altos de Seelow, y cómo algunos se fueron retirando lentamente a la ciudad semicercada y cómo otros se dejaron la piel para escapar de la bolsa de Halbe, o para abrir camino a sus compañeros que huían hacia occidente. El próximo número, que también versará sobre esta batalla, será el que nos introduzca en las calles y plazas que fueron testigos de la caída de la ciudad y del final efectivo de la guerra en Europa.