La batalla de Pavía es el símbolo del fin de una época y el epítome de un periodo de transición en la forma de hacer la guerra. La mañana del 24 de febrero de 1525, en el extenso parque ubicado al norte de la ciudad -antiguo coto de caza de los duques de Milán-, la caballería pesada francesa, la mejor fuerza militar de Europa, fue masacrada en pocos minutos por infantes españoles equipados con arcabuces. El arma de fuego, que tres años atrás, en Bicoca, ya había sentenciado a las pesadas falanges suizas, demostraba de nuevo su primacía. Se inauguraba el reinado de lo que, pocos años más tarde, sería bautizado como tercio. En paralelo, el apresamiento en el campo de batalla de Francisco I de Francia marcó un nuevo hito en el duelo que libraba este con el emperador Carlos V. Si bien la batalla Pavía no supuso el fin de las Guerras de Italia, sí que dejó en poder imperial Milán, y con ello toda Lombardía, de forma definitiva.