Los acontecimientos de Dunkerque han sido, y siguen siendo en gran medida hoy en día, como una moneda con dos caras, pues hay dos relatos diferentes de los acontecimientos que tuvieron lugar en el norte de Francia en el paso de mayo a junio de 1940: la batalla de Dunkerque, preconizada por los historiadores galos gracias a la heroica defensa de los soldados patrios pudo retirarse el contingente británico, que si se salvó casi intacto fue gracias a la sangre gala derramada en el frente, y la retirada de Dunkerque, Operacio´n Dynamo, tal y como la describen los autores británicos una fuerza expedicionaria acosada que, ante la incapacidad decisoria de sus aliados franceses, se vio obligada a elegir entre retirarse de vuelta a casa y sobrevivir o ser aniquilada en medio de la derrota. La realidad es sin duda una mezcla de ambos aspectos, la historia de una descoordinación criminal que provocó un derrumbe de la moral y, finalmente, la derrota. Fueron los británicos, sin duda, los que defendieron los lados de la bolsa para retirarse hacia el norte, pero muchos franceses nunca pudieron beneficiarse de ello, aunque los que lo hicieron devolverían el favor con creces, defendiendo tanto el machacado puerto de Dunkerque como las imprescindibles playas de reembarque, salvando así a muchos combatientes británicos. Los alemanes fueron mucho más que meros convidados de piedra, pues actuaron como motor de la derrota y su contribución en la historia de Dunkerque fue fundamental.