Uno de los elementos que llama más la atención en la expansión imperial ibérica es la rapidez con que se asentó en América el sistema administrativo de la Corona, así como la estabilidad de su dominio sobre unos espacios cuyo control político y militar parecía extremadamente difícil debido a su extensión. Entre finales de la década de 1510 y principios de la de 1560, españoles y portugueses habían consolidado las grandes líneas de su posición en lo que llamaban Indias Occidentales, que perdurarían sin mayores interrupciones, al menos, hasta el siglo XIX.