Le meteórica carrera de Severo, que terminaría llevándole a la máxima dignidad, el Imperio, estuvo marcada por el recorrido del cursus honorum romano. Desde un primer puesto como cuestor en Cerdeña, accedió a cargos administrativos y militares que le prepararon para los retos a los que se enfrentaría en el futuro. Cuando en marzo de 193 los pretorianos subastaron la dignidad imperial al mejor postor, los legionarios del Danubio y el Rin a los que acaudillaba proclamaron a Severo emperador. Tras vencer a Clodio Albino, se centró en la reforma del Imperio, la promoción de las legiones y la búsqueda de legitimidad.