Richelieu, Olivares y la secular rivalidad hispano-francesa por Fabien rivalidadMontcher (University of California). A pesar de las guerras que salpicaron las relaciones entre la Corona francesa y la Monarquía Hispánica, la existencia de relaciones dinásticas, geoestratégicas, culturales, religiosas e historiográficas hicieron que el dialogo entre ambas fuera mucho más intenso y continuo de lo que se suele pensar, lo que muestra una realidad compleja que es analizada al detalle en este artículo. Mapa de Carlos De La Rocha.
El Ejército de Richelieu: tradición, expansión y reforma militar por David Parrott (Oxford University). Rocroi sirve para justificar una reforma del ejército francés atribuida a Richelieu durante los años de su gobierno, una transformación en tamaño, organización, disciplina y tácticas que habrían anulado la superioridad previa del ejército español y habría hecho posible la victoria francesa. Sin embargo, extrañamente, las fuentes archivísticas francesas proporcionan escasas evidencias de que el ejército galo fuera reformado durante el ministerio del cardenal. Ilustraciones de Pablo Outeiral.
La victoria inútil: Tornavento (22 de junio de 1636) por Davide Maffitornavento (Università di Pavia). Milán: plaza de armas de la Monarquía, escudo de Italia, pieza clave de toda la política militar y estratégica de la Corona de España. La ofensiva del ejército francés y de sus aliados italianos parecía poner en serio peligro al Estado Milán. En el artículo se analiza la batalla que enfrentó al marqués de Leganés y sus tropas con el invasor y las consecuencias que tuvo su desenlace para ambos contendientes. Mapas de Carlos De La Rocha.
El Ejército de Flandes entre dos frentes (1635-1637) por Jonathan I. Israel (Institute for Advanced Study, Princeton). Para entender correctamente la situación estratégica en el oeste de Europa al estallar el conflicto hispano-francés en 1635, es importante recordar que la razón primordial por la que don Fernando de Austria ,hermano pequeño de Felipe IV, Cardenal Infante y gobernador general de los Países Bajos hispánicos (1634-1641) fue enviado a Flandes con un poderoso ejército en 1634 no era para atacar Francia o intervenir en Alemania, si no para restaurar el poder y la autoridad española en los Países Bajos tras las ruinosas y humillantes derrotas sufridas a manos de los holandeses entre 1629 y 1634. Ilustración de Ángel García Pinto. Mapas de Carlos De La Rocha.
La gran ilusión: Francia en guerra (1635-1643) por Davide Maffi (Università di ilusionPavia). El 19 de mayo de 1635, con la declaración formal de guerra por parte de Luis XIII de Francia a la España de Felipe IV, se acababa un decenio de guerra fría entre las dos coronas durante el cual se habían producido varios enfrentamientos abiertos. Las guerras de Génova y la Valtelina (1625-1626), y las campañas militares francesas en el norte de Italia para asegurarse el control de la vital fortaleza de Casale de Monferrato (1628-1631), representaron, sin embargo, solo un paréntesis en una etapa de enfrentamiento marcado sobre todo por la actividad diplomática francesa en su búsqueda de aliados para enfrentarse a la casa de Austria. Ilustración de Sandra Delgado. Mapas de Carlos De La Rocha.
Guerra, impuestos y motines por José Javier Ruiz Ibáñez (Universidad de Murcia). El ciclo bélico que la Monarquía Hispánica inició en 1618 con su colaboración con el emperador para someter la revuelta de Bohemia no se cerrómotineS sino hasta medio siglo después, por el tratado de Lisboa que reconocía a los Braganza la Corona de Portugal. Estos cincuenta años de guerra se llevaron muchas cosas y dejaron otras tantas de la que había sido la primera potencia mundial.
Rocroi, 19 de mayo de 1643 por Julio Albi. No es fácil explicarse el mito que se ha formado en torno a la batalla de Rocroi. No produjo ningún cambio estratégico mencionable, ya que al final de la campaña de ese año, tras conseguir otros éxitos poco reseñables, el ejército francés se hallaba exhausto y diezmado por las bajas, debidas a los combates, las penalidades y la sempiterna deserción, mientras que el español se hallaba ya totalmente reorganizado. Tampoco reveló ningún fallo estructural en esa infantería española que una escuela cada vez menos vigente ha venido presentando como elefantiásica y rígida. Por fin, no fue ni la primera ni la última derrota de los tercios. Parecería, pues, que debería ocupar entre las grandes batallas de la Historia un lugar menor del que detenta. Ilustración de Julia Lillo. Mapas de Carlos De La Rocha.
Y además, introduciendo el n.º 10: Vauban y la guerra de los ingenieros por vaubanJamel Ostwald (Eastern Connecticut State University). La imagen más extendida hoy día sobre la guerra de sitio en la Edad Moderna es la de una coreografiada y contenida partida de ajedrez en la que cada contendiente mueve mecánicamente sus piezas sobre el tablero según unas reglas estrictas, hasta que el rey es capturado sin apenas derramamiento de sangre. Sin embargo, a pesar de estos estereotipos contemporáneos, capturar una fortaleza alrededor del 1700 no era una operación mecánica que se desarrollaba con precisión científica. Más que seguir una fórmula concreta, los sitiadores de la Edad Moderna podían elegir entre un gran abanico de tácticas posibles y su misión era usar las herramientas a su disposición para tomar la plaza elegida tan pronto como fuera posible y al menor coste. Mapa de Carlos De La Rocha.