Nadie sabe qué ocurrió ni cuándo. Los supervivientes comenzamos recientemente a viajar de nuevo, explorar y establecer rutas con otros asentamientos contactados. No existen mapas que podamos consultar, nadie recuerda nada del pasado, por eso es necesario salir al exterior si queremos sobrevivir y enfrentarnos a lo que nos espera: zonas en las que el tiempo y el espacio se rompen, apariciones de criaturas terribles, extraños dones entre nosotros… Todo nos habla acerca de lo dañado que está el mundo, por eso lo llamamos el Mundo roto.
Es un juego de rol ambientado en un mundo devastado por un antiguo desastre que nadie recuerda. Lo que queda de la humanidad ha pasado décadas encerrada en los pueblos, villas o refugios conocidos genéricamente como asentamientos. Tras un periodo indeterminado de tiempo, los supervivientes, pues así se autodenominan, se dan cuenta de que si quieren sobrevivir y prosperar deben salir al exterior y enfrentarse con lo desconocido, pues los recursos a su disposición son limitados.
Pero son pocos los que han visto algo más allá de los muros de su lugar de nacimiento, recorrer las viejas carreteras y los polvorientos caminos requiere de una gran dosis de arrojo y determinación.
Los jugadores interpretan a personas que se ven obligadas por las circunstancias a enfrentarse a los múltiples desafíos que el Mundo Roto les arroja: hambrunas, enfermedades, ataques de forajidos, búsqueda de recursos o visiones que ponen a prueba la capacidad y la resistencia de los personajes jugadores para vivir un día más.
Pese a que la mayor parte de los supervivientes son personas comunes, hay otros individuos que destacan sobre el resto: los llamados Despertados, hombres y mujeres que han recibido un don, ya sea la capacidad de comprender la olvidada tecnología y hacerla funcionar, los conocimientos naturales necesarios para sanar a los demás o el poder divino otorgado a los Verdaderos Creyentes. Cada uno elige cómo usar estos dones, si para el bien común o para alcanzar poder personal.