En Francia, las ventas de este álbum son, con frecuencia, ligeramente inferiores a las del resto de la colección. La única explicación que hemos encontrado es, quizás, que la portada pueda parecer inquietante a ciertas personas. Y por tanto, te ríes hasta no poder más de lo crédulos que podemos llegar a ser.
Aunque el poder de adivinación de Prólix deja que desear, en el álbum abundan sin embargo las premoniciones sobre el futuro -quizás no siempre conscientes... Por ejemplo, la última viñeta de la página 10 nos muestra a nuestros galos dispuestos como en un famoso cuadro de Rembrandt, cuadro que no será creado hasta varios siglos más tarde. Más adelante, en la página 37, toda la aldea posa para una foto, cuando todavía falta bastante para la invención de la cámara fotográfica. Incluso, a veces, nos cruzamos con el druida Informatix o la casa de campo de Albert Uderzo que, aunque los menhires de los admiradores puedan hacer pensar lo contrario, no existían aún en aquella época.