Konrad y Paul, los personajes más emblemáticos de Ralf König, por fin cuentan cçomo se conocieron. Toda pareja tiene trapitos sucios y esta no va a ser menos, pero casi ninguna pasa por situaciones tan demenciales y desternillantes como la que nos ocupa. Véanles, si no, bailar canciones horteras, escribir poesía, comprar consoladores para regalar a sus amigos, pasar las noches de los viernes frente al televisor, frecuentar los rincones más cachondos del ambiente... y lesionarse la columna vertebral tras un intento fallido de autofelación.