Las piñatas son artefactos grotescos de aspecto tenebroso. Pero si se golpean lo suficiente con un palo, su capa externa se desgarra hasta desfigurarse, derramando por el suelo su contenido de colorines. Así describe Mauro Entrialgo la sección gráfica que tuvo diariamente de 2007 a 2011 en el periódico Público: en total 1111 tiras llenas de palos y colorines.
En Plétora de piñatas -constará de 3 volúmenes, recopilando la totalidad de las tiras publicadas en Público-, Entrialgo observa y disecciona lo que pasa en la calle, las discusiones de pareja, las palabras que están de moda, las mentiras comunes, y saca a base de palos lo desconcertantemente absurdo de las cosas más normales y cotidianas que nos rodean. Y es que ése es el sello de Mauro Entrialgo: fijarse siempre en la parte escondida de las cosas, ver la otra cara de la moneda, dar la vuelta a la tortilla, mirar hacia el otro lado.
Rafael Reig, el prologuista de la obra, lo analiza así: Distraer es, según el diccionario de doña María Moliner, apartar la atención de alguien de una cosa haciendo que la fije en otra. Traerle o atraer su mirada hacia otro lugar, hacia el sitio al que nunca se le habría ocurrido mirar. Es en este sentido en el que Mauro consigue distraernos. Seguí a diario la aparición de esta Plétora de piñatas en Público y siempre lograba ofrecer una mirada nueva, distraer mi atención, obligarme a mirar desde otro sitio y hacia otro sitio.