Supongo que a Fermín Solís el ombligo le dice muchas cosas. El suyo especialmente. Hablar del ombligo es hablar de uno mismo, de lo que siente y/o padece, y en el aparentemente absurdo orificio objeto de estas estas líneas caben muchas cosas... más grandes de lo que parecen a primera vista. Las pelusas del ombligo son personales, pero transferibles, un mosaico de vivencias que quedan plasmadas en formas diversas, palpables, transportables y modificables. Así con las historietas de esta publicación, un surtido variado de tribulaciones pergeñadas a golpe de lápiz por alguien que desnuda sus filias y fobias y desvela entre garabatos su vivir de cada día.