Superlópez colgó la capa: ¿qué sabemos de él?
Francisco Javier Illescas Díaz
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Superlópez llega a su fin. Te lo contamos todo sobre esté superhéroe nacional ideado por Juan López Fernández, y desglosamos las causas de su adiós.
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Hace relativamente poco, Juan López Fernández, al que conocemos como “JAN”, decidió anunciar que “Sueños frikis” sería el último álbum de Superlópez. ¿Por qué? ¿Qué y quién era Superlópez?
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49 años de vida (desde 1973) dando guerra, y nos deja a punto de cumplir los 50. Casi medio siglo haciendo disfrutar a toda una generación, pero Superlópez se nos jubila. En palabras del mismo JAN:
Las ventas no remontaban y el tipo de lectores que buscaba tener, menos. Quería más lectores de 12 a 18 años, pero la carrera la están ganando móviles y tablets.
Pero, así y todo, describe esta sensación:
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De etapa cumplida con creces. Es posible que debiera haberlo dejado uno o dos años antes. Es solo un personaje. Una serie de generaciones que han crecido con él ahora llevan barba… Soy consciente de que he influido en ellas de un modo u otro; las generaciones que vienen son muy diferentes. Yo no me enamoro de mis personajes, sino de las historias que me permiten contar.
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Básicamente, el autor considera que Superlópez es una etapa que ya ha quedado cubierta. Pero, afortunadamente, solo jubila al personaje, y no a su obra, puesto que:
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También hago otras cosas, como las que llevo publicadas recientemente, y las que tengo pendientes de publicar...
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Con ello se refiere a la serie de “Cab Halloloco”, que el año pasado repescó, y a la cuarta entrega de “Don Talarico”.
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Pero, como diría cierto famoso escritor: hemos venido aquí a hablar de mi libro, así que nos centraremos en nuestro amigo Superlópez, que es el que se va.
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¿Cuándo y cómo nació Superlópez?
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Y aquí vamos a sorprender a los lectores: nació como producto de encargo y no para la editorial Bruguera: Antonio Martín, editor de cómic de la editorial Euredit, le encargó a JAN una serie de historietas cómicas mudas que parodiasen a Supermán para la colección “Humor Siglo XX”.
Eran pequeñas tiras cómicas en las que JAN representó a un oficinista gris y anodino que, ante situaciones frustrantes o injustas, imaginaba que era un superhéroe. Aunque el trazo se ve algo primitivo, se distinguen ya los rasgos distintivos que lo harán popular unos años más tarde.
Estamos en el año 1973.
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El despegue de Superlópez: la etapa de Bruguera
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Al año siguiente, en 1974, JAN desembarcó en la Editorial Bruguera y, bajo las órdenes de Rafael González (director artístico) –que, de paso, registró al personaje como propiedad de la editorial– cambió el formato: ya no eran tiras cómicas, sino pequeñas historietas autoconclusivas de un par de páginas, con guiones basados en gags de situación fáciles y ramplones, hasta el punto de que se negó a realizarlos.
Ante tal negativa, fue Conti el que se encargó de ellos hasta la entrada en escena de Francisco Pérez Navarro, conocido como Efepé. Básicamente, el mismo JAN calificaba los guiones de Efepé como mejores que otros y, tras conocerse personalmente, se cimentó una relación profesional que contribuyó a crear el trasfondo básico del personaje tal y como lo hemos conocido después.
Efepé propuso un Superlópez casado y torpe más condicionado por su vida conyugal y su trabajo como oficinista más que por sus tribulaciones con los super malos de turno. Esta fue la tónica general del personaje hasta la jubilación de Rafael González en 1978, que supuso el pistoletazo de salida de Superlópez como personaje con entidad propia.
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De hecho, en 1979, Superlópez empezó a aparecer regularmente en la revista “Mortadelo Especial”, en historias más largas de 8 páginas que podían ser recopiladas en un arco argumental mayor.
El primero de ellos, en el que Efepé parodió el origen de Supermán, y sus primeras luchas contra los villanos de turno –tan delirantes como el propio Superlópez– tomó el nombre de “Las aventuras de Superlópez”.
Y, desde ahí, se continuó con la parodia del género superheroico en “El Supergrupo” (1980) y “¡Todos contra uno, uno contra todos!” (1981). Esta fórmula tuvo tanto éxito que, de nuevo juntos JAN y Efepé, retomaron su sinergia en 2014 para producir “Otra vez El Supergrupo”, al que siguieron “El Supergrupo y la guerra de las latas” (2014), “El Supergrupo contra los demoledores” (2015) y “El Supergrupo contra los ejecutivos” (2016).
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¿Cómo? ¿Recuperar sinergia? ¿De 1981 a 2014? Sí.
JAN no estaba muy conforme con seguir con la parodia dirigida a los superhéroes, y deseaba trabajar con sus propias ideas más dirigidas hacia el mundo real. Así, con un personaje más definido y ya conocido por los lectores, se lanzó a producir sus propios guiones abordando temáticas más variadas.
Nacieron así los álbumes “Los alienígenas” (1981) (parodia de la ciencia-ficción de serie B), “El señor de los chupetes” (1981) (parodia del género fantástico), “La semana más larga” (1981) (parodia del género negro), “Los cabecicubos” (1983) (parodia de los sistemas totalitarios), “La caja de Pandora” (1984) (parodia de los sistemas mitológicos), “La gran superproducción” (1985) (parodia del mundo cinematográfico) y “Al centro de la Tierra” (1987) (homenaje paródico al clásico de Julio Verne).
Pero fue en el punto siguiente donde comenzó una nueva etapa.
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Superlópez en Ediciones B
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Al quebrar Bruguera en 1985, “La gran Superproducción” quedó a medio publicar, y “Al centro de la Tierra” estaba aún en mantillas. Pero, en 1987, Ediciones B se hizo con las licencias de Bruguera y el rumbo de las historietas de Superlópez cambió hacia un abordaje dirigido a la didáctica, los temas de actualidad y la denuncia social.
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Los temas son los que siempre quise tratar. Los problemas que nos afectan son la excusa de mis historias y el objetivo es pedagógico en gran parte. Me gusta empujar a los chicos a tener criterio propio.
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Y esa es la tónica mayoritaria hasta completar los 87 álbumes publicados hasta ahora.
Así tenemos, por ejemplo, “Cachabolik blues rock” (1988) (en el que se trata el vandalismo callejero), “En el país de los juegos, el tuerto es el rey”… (1988) (los problemas del juego y los beneficios de la educación), “La banda del dragón despeinado” (1990) (la Yakuza y las peculiaridades culturales japonesas), “Monster Chapapote” (2004) (sobre el accidente del Prestige y la marea negra que asoló las costas gallegas), “La feria de la muerte” (2006) (sobre el tráfico y venta de armas) o los ya últimos “Los influyentes influencers” (2021) (sobre el uso de las redes sociales) o el ya mencionado último álbum, “Sueños frikis”, en el que se trata –por segunda vez (la primera es en el álbum “El bullying de las sorpresas” (2019)– el tema del bullying.
Y eso sin contar su perenne mensaje antidroga visible en casi todos sus álbumes.
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Pero, con tantos títulos y etapas tan diferenciadas… ¿cómo reconocer a Superlópez? ¿Cuáles son las características de sus aventuras?
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Características generales de las aventuras de Superlópez
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Pues son varias y muy distintivas. JAN siempre se ha considerado más un narrador que un humorista, e intenta huir del encorsetamiento que supone el circunscribirse a los clichés inherentes al superhéroe americano.
De tal manera intenta articular sus historietas en varios niveles, pero siempre en torno a la actualidad cotidiana o a algún aspecto que le llame especialmente la atención (viajes, noticias de actualidad, documentales, clásicos de la Literatura, actualidad social…).
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Otro distintivo muy característico es el mimo que le pone al realismo de presentación: los fondos y lugares más famosos son perfectamente reconocibles: el metro, el Masnou, el barrio de Horta, construcciones emblemáticas nacionales y extranjeras… y eso refiriéndonos a los fondos y entornos, porque en lo tocante a ropas, peinados y vehículos observamos cómo van evolucionando según el marco temporal de la publicación de álbum. Un mimo inmenso en la documentación y el detalle, hasta el punto de que:
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Siempre que empiezo una historia, primero me documento y reúno material de todo tipo. Vázquez me decía que estaba loco, porque los demás tendían a simplificar su trabajo, y yo siempre me complicaba la vida.
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Como medio de hacer más reconocible al personaje, JAN introdujo una serie de gags recurrentes en todas sus historias. Así, con el despiste de estar recién despierto, suele pedir un café con leche y un croissant en las taquillas del metro, o un billete de ida y vuelta a El Masnou en la barra del bar.
También es habitual pensar que el quehacer diario de López en la oficina de Llauna S.A. (la empresa para la que trabaja) consiste en hacer pajaritas de papel. Las alusiones a la congestión del tráfico (coches circulando unos sobre otros o, incluso, aparcando apilados) son muy habituales también, así como las absurdas rutas de transporte y señalizaciones (líneas El Masnou-Pekín o letreros hacia Sebastopol, por ejemplo).
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Es muy habitual encontrar deformaciones reconocibles de lugares, marcas y personajes: “Parchelona”, “Falencia”, “Tronak el Kárbaro”, “Al Trapone”, “Benault”… y algunos curiosos neologismos, como los sempiternos cachivaches escarolitrópicos-mnésicos de Escariano Avieso o la siempre presente marca “Papastrato”.
Pero lo que más característico resulta dentro de los elementos propios de las aventuras de Superlópez son, sin duda…
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…los petisos carambanales
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¿No os habéis fijado en la presencia de unos pequeños seres amarillos, narigudos y redonditos en las viñetas de Superlópez? Pues esos son los petisos carambanales. Hablan un idioma reflejado en unos caracteres que tienen una equivalencia con nuestro alfabeto latino, y se supone que son materializaciones de la energía super mediúmnica que emana de Superlópez.
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En principio nacieron como un recurso gracioso para atraer la atención del lector o para rellenar huecos (con la misma intención que esos gags secundarios normalmente protagonizados por animales tan propios de Ibáñez), pero no tardaron en adquirir una entidad propia hasta el punto de protagonizar sus propias historietas: “La espantosa, extraña, terrorífica historieta de los petisos carambanales” (1988), en la que se explica su procedencia, o “Petisoperías” (1989).
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Entonces… ¿te animas a leer a Superlópez?
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Aunque ya no haya nuevas aventuras de Superlópez, tienes la friolera de 87 álbumes de temáticas y etapas diferentes para poder elegir.
Los aficionados a Superlópez no se ponen de acuerdo sobre cuáles son los mejores álbumes, ni cuál es la mejor etapa: los hay defensores de los álbumes producidos al alimón con Efepé. Los hay que defienden a ultranza los álbumes dibujados durante la etapa de Bruguera. Los hay que disfrutan especialmente los álbumes de viajes. Otros se quedan con ese toque reivindicativo de los álbumes de denuncia social. Tenemos también a los que se quedan en exclusiva con El Supergrupo… como en cualquier cosa, nunca llueve al gusto de todos.
Pero bueno, lo que os decía: ¡Hay para todos los gustos!
¿Que te van los viajes? Tienes álbumes como “Periplo búlgaro” (1990), “Los cerditos de Camprodón” (1990), “Un camello subió al tranvía en Grenoble, y el tranvía le está mordiendo la pierna” (1991) o “El tesoro del Ciuacoatl” (1992). ¿Qué te va lo reivindicativo? “Hipotecarión” (2007), “¡A toda crisis!” (2010) o “El gran desahuciador” (2014). ¿Prefieres llamadas de atención sobre la realidad social cotidiana? “El gran botellón” (2003), “XXL” (2018) o “Los ladrones de ozono” (1992). ¿Quieres ir por temas culturales sobre el arte o la Literatura Universal? “El fantasma del Museo del Prado” (1988), “El infierno” (1996) o “Tú, robot”… (2009). Tú eliges.
¡Te invitamos a descubrir a este disparatado superhéroe y a compartir con la gente de Akira cómics tus aventuras favoritas!