Review de Doomsday Clock: El Reloj del Juicio Final
Jesús Delgado
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Review de “Doomsday Clock: El Reloj del Juicio Final”, de Geoff Johns y Gary Frank. Analizamos la secuela del “Watchmen” de Alan Moore y Dave Gibbons.
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Nuestro artículo de hoy versará sobre la secuela de “Watchmen”, el cómic original de Alan Moore y Dave Gibbons que marcó tendencia en los años 80 y cuya sombra se proyecta todavía hasta nuestros días. Nos referimos, claro, a “Doomsday Clock” o, como se titula en España, “El Reloj del Juicio Final”.
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Este cómic se postula como una secuela directa de los sucesos narrados originalmente en la colección de “Watchmen”, pero, a la vez, como un tie-in de los eventos planteados en “Flashpoint”, “Universo DC Renacimiento” y, más cercanamente, en “La Chapa”.
Es obra de Geoff Johns, actual responsable de DC en el cine y una de las cabezas creativas más destacadas de la editorial, con trabajos como su “Noche Más Oscura”, “Aquaman” o su etapa en “Liga de la Justicia”; y Gary Frank, al que recordarás de “Batman Tierra Uno” y “Shazam!”
La trama de esta segunda parte de “Watchmen” se ambienta 7 años después de lo sucedido en el cómic original. Arranca poco después de que el mundo descubra qué sucedió en Nueva York y quién estaba en realidad tras el supuesto “ataque alienígena” que aniquiló a la población de la Gran Manzana.
Un nuevo Rorschach extrae de la cárcel a la Marioneta y al Mimo, dos criminales que Adrian Veidt “Ozymandias” pretende usar para cazar al Doctor Manhattan. ¿Con qué objetivo? Obligarlo a volver a la Tierra que dejó atrás para deshacer todo el caos desatado por Veidt años atrás y detener una nueva e inminente guerra nuclear.
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De este modo, su misión los llevará a una realidad alternativa, poblada por centenares de héroes y villanos, muy diferentes a ellos; un mundo imperfecto, pero en el que la esperanza aún pervive en los corazones de sus habitantes. Pero... ¿durante cuánto tiempo?
No te contamos más. Si quieres saber cómo acaba… ¡tendrás que leerte los 12 números que componen “El Reloj del Juicio Final”! Eso, o echar una ojeada en una wiki. Mientras tanto, nosotros te proponemos una reseña con sus claves en las siguientes líneas.
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¿Una secuela innecesaria?
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No queríamos entrar tan a degüello de primeras, pero será mejor que os lo digamos cuanto antes. Estamos ante un producto completamente accesorio que explota la creación de Alan Moore y Dave Gibbons una vez más, pero alejada de aquel halo de encanto que retuvo la serie de “Antes de Watchmen” (a pesar de sus deficiencias y justas críticas).
Ahora, eso no significa que estemos ante un cómic aburrido o insatisfactorio. Eso sería raro e impropio de un trabajo firmado por Geoff Johns.
Una definición que circula por ahí es la de fan-fiction redonda y muy bien elaborada, entretenido con un regusto dulzón. Nosotros suscribimos esta idea. Pero otra definición que se merece, y que luego desarrollaremos, es la de ajuste de cuentas entre el concepto positivo norteamericano del superhéroe y el presupuesto pesimista y crítico enarbolado por la escuela británica.
Pero no adelantemos más: vamos con la primera idea, antes que nada.
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En primer lugar, ten en cuenta que “Doomsday Clock” ignora la serie de HBO de “Watchmen” y su continuidad, e imbrica directamente con la del cómic original y la que actualmente se desarrolla en el Universo DC tras “Flashpoint” (“The New 52”, vaya).
Entendiendo esto, el cómic cumple 2 funciones: por un lado, la de culminar los eventos que han marcado las series principales de DC Comics y, por otro, la de darle a “Watchmen” una “esperada” secuela y cierta pervivencia de cara al futuro, adoptando ciertos postulados de este a los gustos y estilos actuales.
Ya te adelantamos que la primera faceta la cumple soberbiamente, con el listón muy alto a nivel narrativo y acorde a los presupuestos que Geoff Johns lleva desarrollando desde hace más de una década para “darle vidilla” al Universo de DC a través de sus series más importantes. En la segunda, sin embargo, flojea, ya que no es sino un reflejo pálido, aunque bien lustroso, de la obra que continúa.
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Si bien es cierto que Johns es un buen autor y un guionista magnífico, ya sea en productos de “lectura rápida” o en obras más elaboradas, no es Alan Moore y su estilo es más simple. Además, su optimismo y su concepto de lo que es un superhéroe es, visto de lejos, no es cínico.
Quizá, y al ser consciente de ello, lo que Johns hace es adaptar la idea Moore a sus propios principios y perspectivas, haciendo una suerte de corrección del reflejo distorsionado del superhéroe que es, en esencia, “Watchmen”, y lo lleva a su terreno.
Desgraciadamente, el fondo social y político de “Watchmen” y su profundidad se pierden en el proceso y se disuelven en un discurso metanarrativo, más orientado a un público especializado, docto en la historia del cómic y familiarizado con sus conceptos y personajes que al lector generalista, que conoce más a los superhéroes por las películas que los por los cómics en sí.
De ahí que estemos ante una colección adecuada para el devorador de cómic de superhéroes, pero quizá no tanto para otro perfil.
Que, además, se deba argumentalmente a lo que está sucediendo actualmente en la mayor parte de las colecciones de DC, articulándose como un macro evento más, es una flaqueza. Y es que, para entender todo lo que pasa, no se debe “llegar virgen” a esta historia, sin conocer antecedentes, ya que entonces nos perderemos mucho de cuanto está pasando en el mundo de Superman y compañía, en el que se suceden casi todos los hechos del relato.
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Dicho esto, podemos decir que “Doomsday Clock” es divertido, entretenido, maneja muy bien la mitología de “Watchmen” y de la propia DC y expone un escenario coherente, bien desarrollado y que llega a su consecución natural sin tirar de (demasiados) deus ex machinas. Ahora, quien quiera leer un “redux de Watchmen”, con su misma importancia histórica para el mundo del cómic, su trascendencia, profundidad y perpetuidad… va de cráneo.
En muchos sentidos, estamos ante un cómic tremendamente cuidado, con un esmero en las viñetas y en la narrativa que demuestra que su dibujante Gary Frank da lo mejor de sí mismo. En él, no solo encontramos una excelente muestra que merece encontrarse entre sus mejores obras (a pesar de recaer en ciertos vicios inherentes de su propio estilo artístico); también vemos cómo el ilustrador logra adaptar con sumo tino las propuestas visuales de Gibbons de hace 30 años, ajustándolas al ritmo y a los presupuestos actuales. De ahí que debamos ponderar de forma óptima su labor, siendo uno de los puntos fuertes del cómic.
¡Más aún! Si dejamos de lado el trabajo de Johns como guionista, podemos ser simplistas y decir que el cómic tan solo merece leerse por lo bien que trabaja Gary Frank. No obstante, evitaremos recaer en una afirmación tan básica y recomendar su lectura por todo el conjunto. Atendiendo, eso sí, a las limitaciones propias de la obra.
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Johns vs. Moore
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Como decíamos antes, también hay una segunda lectura de este cómic. Queremos decir que creemos que “Doomsday Clock” es el ajuste de cuentas entre Geoff Johns (abanderando a los superhéroes tradicionales y su enfoque positivo) y Alan Moore (el gran representante de los renovadores británicos de los 70 y 80).
Para explicar esta premisa, hagamos una retrospectiva:
Cuando Alan Moore formula “Watchmen”, no lo hace como un “cómic de superhéroes” sino que es a éstos lo que “Don Quijote de la Mancha” a los libros de caballería: una crítica dura, una sátira oscura, cargada de veneno contra el mismo concepto de héroe enmascarado.
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En esta línea, empujado por las tendencias del mercado (y por las dinámicas sociales y editoriales del momento),” Watchmen” pasó de ser la disidencia del concepto al modelo a seguir en las décadas posteriores. Esto se tradujo en un oscurecimiento a marchas forzadas de los personajes, que se malinterpretó, sobre todo en EEUU, en donde empezaron a manufacturar historias que, para ser bien consideradas entre público y crítica, debían cumplir la trilogía “oscuro-adulto-serio”. Una tendencia que, en honor a la verdad, vino apoyada por el auge de autores brillantes que supieron explotar y desarrollar este tipo de historias.
A su vez, de forma paralela, el concepto de “Watchmen” fue replicado por otros tantos autores poco a poco durante los siguientes años, creando una cierta saturación de relatos con un mismo tema en común: la crítica soterrada y revisionista de los superhéroes.
“The Boys”, “Planetary”, “Kick-Ass”, “Jupiter's Legacy”… son solo algunos ejemplos de los “sosias” de “Watchmen” más conocidos de la actualidad. En general, son obras muy interesantes, aunque impregnadas de la personalidad de sus respectivos autores. Sin embargo, su pecado original es el de adolecer de un objetivo original, ya que son obras orientadas a defenestrar, criticar y diseccionar a los superhéroes, exponiéndolos, en general, como entes imperfectos, si no caducos o neuróticos.
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Frente a esta premisa, que había arrastrado al género original de los superhéroes, Geoff Johns da la vuelta a la tortilla y con su proyecto, iniciado en el Universo DC Renacimiento y culminado en “El Reloj del Juicio Final”, intenta desdecir a Moore y a sus adictos.
Frente a la crítica, señala las bondades del concepto mismo del superhéroe. Y, en lugar de humanizarlo y bajarlo del pedestal, lo ensalza y resalta su propia identidad como utopía positiva. Es decir, lo acepta como algo imposible en el mundo real pero necesario para que el propio ser humano aspire a algo mejor, buscando en los héroes un símbolo de esperanza. Un ideal que es lo que, en esencia, encarna Superman, el primer y más grande superhéroe del género, por cierto.
De este modo, Johns logra su objetivo: dar réplica a Alan Moore, señalando que “Watchmen” es la aberración del concepto de superhéroe y no la norma que lo fundamenta.
Y es que la idea de “enfrentar” a Superman y al Doctor Manhattan no pretende brindar espectáculo per se, sino una confrontación de perspectivas e ideas, contraponiendo una y otras. Y, con ello, defiende el concepto positivo del superhéroe como modelo a seguir frente al del “enajenado mental en mallas” que desde hace 30 años pervive en la industria.
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Ahora bien, hemos de admitir que Johns resulta ligeramente pueril frente al discurso de Alan Moore, no por fondo sino por forma. Y es ahí donde el potencial de “Doomsday Clock” hace aguas.
Obviamente, el británico hila más fino y su prosa es más elaborada, de ahí que el mensaje del autor americano se diluya y pierda fuerza, pudiendo pasar algo desapercibido a lectores que no tengan el ojo entrenado ni sepan leer entre líneas. Pero, como decíamos antes, solo por nadar a contracorriente, hemos de ponderar con buenos ojos su intento.
Con todo, concluimos diciendo que, sin ser un imprescindible del mundo del cómic, “El Reloj del Juicio Final” merece leerse. Ya sea para pasar el rato o, simplemente, para criticarlo con fundamento. Dicho esto, la pelota queda en tu tejado. ¿Te atreverás a leerlo?
Además, te recordamos que en el momento en que se publica esta reseña ya se ha anunciado oficialmente el próximo cómic dedicado a Rorschach. ¿Pero a qué versión? ¿Crees que será la original, el hombre llamado Waler Kovacs, o quizá tratará sobre su sustituto?
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En Akira Cómics adoramos “Watchmen” y toda la obra de Alan Moore y Dave Gibbons. Y también nos pirran los cómics firmados por Johns y Frank. Por eso mismo, si quieres encontrar más material creado por estos cuatro autores, o simplemente material relacionado con “Watchmen”, te invitamos a venir a nuestra tienda. Nuestro equipo te está esperando.
Imágenes | Akira Cómics.