¿Las películas y series de superhéroes deben ser fieles al cómic?
Jesús Delgado
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¿Las películas y series de superhéroes deben ser fieles al cómic? Respondemos a esta cuestión que lleva mucho tiempo siendo motivo de discordia entre fans.
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Abrimos uno de los melones más gordos de las adaptaciones a medio audiovisual del material de los cómics: ¿deben las películas y series de superhéroes ser fieles a los cómics en los que se inspiran?
Y quien dice títulos de superhéroes, dice también obras basadas en cómic francobelga o manga. Y, por cierto, la cuestión de la fidelidad la extendemos también al género de los videojuegos, que se ha consagrado como otro medio por derecho propio.
En los siguientes párrafos vamos a desarrollar un artículo de opinión que aborde la cuestión, desde el respeto y aceptando distintos planteamientos. No obstante, ya te avisamos que barreremos para casa.
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¿Fidelidad ante todo y a pesar de todo?
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Cuando hablamos de fidelidad, hemos de discriminar y señalar que no se tiene que esperar nunca una adaptación literal de un cómic. Como, a estas alturas, tampoco podemos esperar adaptaciones cien por cien solapadas a una novela.
No podemos pretender que un producto que está hecho, en principio, para público generalista aborde ciertas cuestiones en cuanto a forma o fondo. Muchas veces, realizar un filme o una serie basada en un personaje de forma literal resulta muy complicado y no asegura éxito ni una crítica unánime.
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Pongamos, por ejemplo, el caso del “Caballero Luna”. La serie se ha llevado “palos” no tanto por sus carencias de forma, sino por el hecho de no ser una adaptación precisa y afinada de los cómics clásicos o por rebajar el tono severo del mundo de Marc Spector.
Pero a) habida cuenta de que su estreno se separaba unas pocas semanas del “The Batman” y tocaba diferenciarlo del Caballero Oscuro; b) que lo de los superhéroes intensitos y torturados es un cliché sobado que Marvel se reserva para Daredevil; y c) que la serie, en principio, solo iba a ser una sola temporada autoconclusiva, entendemos (que no abrazamos) las motivaciones de sus directores y showrunners para plantear un enfoque que no sea “tan fiel al cómic”.
En contraste, hablemos de otro caso, también marvelita: El Castigador. The Punisher ha sido un personaje que en los últimos 30 años ha tenido 4 versiones distintas y ninguna ha conseguido encandilar al público o consagrarse como personaje mainstream. Y la mayor parte de las veces este fracaso ha venido dado por su falta de fidelidad respecto a lo que el personaje encarna.
Y no es para menos: estamos ante un antihéroe que en la sociedad actual no tiene cabida y, de tenerla, podría darse entre personajes muy radicales que podrían tomar erróneamente a Frank Castle como un modelo a seguir.
De hecho, su caracterización más fidedigna en cuanto a forma y fondo ha sido la de Ray Stevenson, cuyo “Punisher: War Zone” se adaptó con mucho respeto a las versiones de Marvel Knights de Garth Ennis y del clásico de Steven Grant, siendo una de las fieles al material original. Incluyendo la violencia y el toque cínico propio del personaje. Sin embargo, fue una película que acabó teniendo malas críticas y se estrenó en formato doméstico (directa a DVD, vaya) en muchos países.
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Con estos dos productos, pretendemos precisamente ejemplificar dos paradigmas opuestos. Pero, que en ambos casos, tienen un punto en común: tanto los productores y guionistas de “Caballero Luna” como del Punisher de Stevenson conocían el material original y lo adaptaron tras un estudio sesudo de este. Uno para darle forma, el otro para plasmarlo con la mayor literalidad posible.
Por desgracia, esto no es la tónica habitual en las películas y series de superhéroes, ya que durante mucho tiempo ocurrió lo contrario. A los guionistas se les daba un material, que solían leer por encima, y al final, injerencias de producción y las propias decisiones creativas de los directores mediante, teníamos algo que no tenía nada que ver con los cómics. De hecho, al final, se lanzaba un discurso forzado y bastante vacuo.
Un ejemplo de esto último serían las series de Marvel Televisión en Netflix, que comenzaron siendo muy respetuosas respecto al material del cómic y acabaron superadas por sus propios complejos caducos de “realismo de presentación”, falta de originalidad argumental, formatos y estereotipos anacrónicos que en los 2000 funcionaban, pero que en 2015 olían a pasados… y una larga ristra de defectos que sentenció los shows.
Algo parecido, por cierto, ocurrió con los 4-Fantásticos y los X-Men cuando quedaron en manos de un Simon Kinberg que no entendió que el cuero negro había sido superado por el Batman de Nolan primero y el Universo Cinematográfico de Marvel después.
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Pero es que Batman…
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Aquí haremos un inciso, pues merece la pena hablar de las adaptaciones del Caballero Oscuro. A título personal, nos parece una lástima que cineastas como Christopher Nolan o Tim Burton se jacten de no haber leído ni un cómic para hacer su película. Si bien no negaremos el éxito de sus películas, ni su funcionamiento como filmes, sí que admitimos cierto sabor agridulce por este patente desdén por los cómics de los que supuestamente se alimenta su obra.
Dicho esto, señalaremos que es muy triste que las únicas adaptaciones que en los últimos 20 años de Batman se hayan hecho pasen por adaptar sistemáticamente las 3 obras que todo el mundo conoce. Es decir, La tetralogía de “El Largo Halloween”, “Año Uno” y “Tierra de Nadie”. Y, como la última no es muy conocida, las referencias autorales se reducen a Jeph Loeb y Frank Miller.
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Sin menoscabar el trabajo de cada película y su valor y servicio al género, acercando al público a los cómics, nuestro sentir con el cine sobre el Caballero Oscuro es el de que, en general, la productora responsable de sus filmes tiene un miedo patológico a arriesgar y estudiar el rico mundo de Batman por miedo a perder a un público al que ha cautivado.
Su discurso unívoco (y poco fiel a la idea comiquera) dicta que Batman es un héroe “oscuro, serio y adulto”. Cuando, en realidad, el universo del Cruzado Enmascarado es tremendamente rico y variado, ya que precisamente los acérrimos del concepto “hiperrealista” ignoran deliberadamente la existencia oficial y canónica de una Bat-vaca o del duende fanboy de Batman conocido como Bat-Mito.
En este sentido, resulta un dolor de tripas que las mejores adaptaciones de Batman, incluso tomándose sus licencias, no se las debamos a las versiones de acción real, sino a los videojuegos. Rocksteady y Warner Games nos brindaron un Caballero Oscuro espectacular en su serie Batman Arkham y las aventuras gráficas de Telltale (estudio responsable también de la magnífica precuela videojueguil de “Fábulas”, adaptada a cómic como “El Lobo entre nosotros”).
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Estos estudios son quienes deben ser reconocidos por su valentía por haber abordado cómics como “Bajo la capucha”. “La Secta”, “Asilo Arkham” y muchos más y adaptarlos para un público general. Porque precisamente, su valor radica en el estudio serio y respetuoso de los cómics originales para acercarlos a quienes nunca han leído un tebeo.
Y ahí está la clave: el conocimiento y el respeto por el material original. No la plataforma ni el medio. Lo importante para llevar a cabo una buena adaptación es saber qué personaje se trabaja, cuáles son las bases y cómo se va a enfocar antes de adaptarlo para poder delimitarlo adecuadamente en cuanto a contenido y discurso.
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Conoce antes de reinventar
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Y esto nos lleva a hacerte una analogía. En general, la gente dice que “Picasso pintaba mal, que no sabía pintar o que pintaba como un niño de cinco años”.
Esto es una falacia.
Pablo Picasso dominaba los estilos anteriores a su época y era un artista que hubiera podido dibujar y pintar como autores clásicos y precursores si hubiera querido. Pero no lo hizo porque no quiso. Pretendía hacer otra cosa. Que ya nos guste o no el resultado… eso es harina de otro costal.
Para el caso, pongamos a James Gunn. Esto es, un gamberro que ha tomado la solemnidad de los Guardianes de la Galaxia de Abnett y Lanning y la crudeza y cinismo del Escuadrón Suicida de Ostrander, así como la locura del Pacificador y ha hecho lo que ha querido con todas estas franquicias, brindando una obra divertida y accesible al gran público, pero siendo conocedor del espíritu de los cómics y de lo que realmente iba la historia.
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Así, sus “Guardianes” prescinden de la pompa de ser una policía de Sapiencial y de su uniformidad y de la génesis moderna de “Aniquilación: Conquista” y los replantea de otra manera, emparentándolos con la revisión de Bendis de 2012. Y, sin embargo, las referencias del periodo Abnnett /Lanning campan a sus anchas, así como conceptos de Jim Starlin, Drake, Valentino y Colan en las sagas cósmicas, que sirven de aderezo adicional para sazonar su space opera canalla.
En cualquier caso, los gruñones que todavía refunfuñen por no haber visto los uniformes azules de 2008/2010 pueden relajarse. Porque “Guardianes de la Galaxia Vol. 3” los traerá de vuelta y, al menos, tendrán en cuanto a forma algo más parecido a lo que esperaban ver en 2014.
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Etapas, todo son etapas
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Llegados a este punto, debemos hacer una discriminación importante, que mucha gente olvida. Y no solo los críticos de cine y series que reniegan (por abulia, soberbia o ignorancia) de los cómics. Sino también precisamente los fans: los superhéroes tienen etapas. Sus aventuras no son siempre iguales, ni tienen el mismo enfoque. No podemos pretender que todas sus películas sean iguales.
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Volvamos a Marvel. El “Spider-Man” de Raimi respiraba un espíritu muy afín al propuesto por sus primeros autores. Pretendía homenajear al Spidey de Ditko y la continuidad de Romita padre (“Marvel Gold Spider-Man nº 1” al nº6). En tanto el de Marc Webb, a pesar de no ser de nuestro agrado, pretendía plantear ideas de Romita Sr. más concretamente, y de “Ultimate Spider-Man”. Y, a quien le pese, el de Tom Holland quiere acercarse tanto a todos los periodos y versiones citados como tomar prestados elementos de Miles Morales (cuya cinta de animación, por cierto, nos parece la bomba).
En DC pasa tres cuartas partes de lo mismo. El “Superman” de Donner y encarnado por Christopher Reeve es un Superman clásico que apunta a la nostalgia expresamente, pues se estrenó en un momento de decadencia en EEUU, que requería mirar a tiempos “pasados y mejores”. En tanto, en Zack Snyder reconocemos su fuerte inspiración en trabajos de Frank Miller, Geoff Johns y Jim Lee para plantear su “Liga de la Justicia” y las películas anteriores. Aun no siendo de nuestro gusto, ojo.
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Y, luego, hay desastres como “Morbius” o las próximas películas de Spider-villanos de Sony que no podemos ni deciros de dónde han sacado las ideas. Más que nada porque la videncia con bola de cristal no se encuentran entre las disciplinas que dominamos.
También es menester hablar de adaptaciones del cómic francobelga y del manga a acción real. Aunque de este último no hablaremos, pues existen cuestiones como la barrera cultural que hacen más complicado su análisis. Pero sí que expondremos los casos de la película CGI de “Las aventuras de Tintín” o las versiones de acción real de Astérix.
En la primera, Steven Spielberg dirige una adaptación muy libre y entretenida de “El cangrejo de las pinzas oro” y “El Secreto del Unicornio”. Cierto es que a los tintinófilos no les acabó de encandilar, pero como película funcionó como un tiro al acercar al reportero belga al terreno de Indiana Jones, Nathan Drake y Lara Croft, en donde se desenvolvió con cierta soltura.
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Por otro lado, el irreductible galo tuvo momentos más o menos felices y afortunados en sus distintas encarnaciones a película con actores de carne y hueso. Pero, aún así y para los medios y convencionalismos del momento hemos de decir que fueron dignas adaptaciones. Aunque, eso sí, las nuevas películas animadas son tremendas, ojo.
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¡Menos hate, más hype!
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Concretando y echando el cierre, que llegado a este punto ya llevamos casi cinco hojas de Word: creemos que está muy bien que los productores, directores y guionistas sean fieles al material, que concreten y lo conozcan. Esto no asegura el éxito, pero sí que ayuda a que su producto no se convierta en material olvidable y accesorio. ¿O alguien dijo, por ejemplo, “Iron Fist”?
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Pero el fandom también tiene que saber rebajar sus expectativas. Muchas veces, el propio hype juega en su contra y debe entender que una película no deja de ser una adaptación y que no pueden colmar todo el headcanon que individualmente la gente se monte antes del estreno.
A nuestro entender, la clave pasa por un equilibrio. Por un lado, los estudios deben hacer un buen trabajo antes de lanzar la película, investigando y conociendo bien el terreno, asegurándose de que los nombres de las personas responsables sean los adecuados y, luego, los fans deben tener la mente abierta. Y, además, entender que las películas no se hacen exclusivamente a medida para ellos. Eso y también ser más flexibles con cuestiones de canonicidad. Vamos, ¡que a estas alturas una Batgirl afrodescendiente o una Tía May más joven no nos deberían hacer echar bilis!
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En Akira Cómics nos encanta el cómic. Vivimos, literalmente hablando de ello. Pero también estamos muy agradecidos a la industria cinematográfica, porque gracias a sus producciones nuestra familia crece continuamente y cada vez más gente siente curiosidad por conocer el afamado “material original”.
Por eso mismo os invitamos a dar una cálida acogida a toda persona recién llegada a nuestros círculos, para darles más y más ganas de penetrar y abrazar el apasionante mundo de los cómics que inspiran las películas y series más divertidas y candentes de los últimos 15 años.