¡Feliz cumpleaños a Mortadelo y Filemón!
Francisco Javier Illescas Díaz
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El pasado 20 de enero se cumplió el 63º aniversario de la creación de Mortadelo y Filemón por parte de la pluma de Francisco Ibáñez. En Akira Cómics vamos a celebrarlo hablando de su nacimiento y evolución.
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Vamos a viajar en el tiempo: 20 de enero de 1958. En el número 1394 de la revista “Pulgarcito” aparece una nueva historieta: “Mortadelo y Filemón, agencia de información”.
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Era muy habitual que los títulos contuviesen un pareado que los hacía más fáciles de recordar para el lector. Aunque no tuvieron su propia agencia eternamente: en 1969, en su primera historieta larga (“El sulfato atómico”), aparecen ya como agentes de la T.I.A, aunque la historia de su ingreso no se cuenta hasta “La historia de Mortadelo y Filemón”.
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Vamos a analizar un poco su origen y evolución.
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¿Fueron siempre Mortadelo y Filemón? ¿Cómo surgieron?
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En principio, Ibáñez recibió el encargo de crear una pareja de alocados detectives que generasen gags cómicos a semejanza de los generados por las grandes parejas cómicas como El Gordo y el Flaco o Abbot y Costello, aderezados con elementos procedentes de la sociedad del momento y de “inspiraciones” puntuales del panorama del cómic francobelga e hispanoamericano.
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A ello hubo que sumarle que uno de ellos debía disfrazarse de algo en cada aventura. Tras barajar nombres como “Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca”; “Ocarino y Pernales, agentes especiales” o “Lentejo y Fideíno, agentes finos”, se impuso el nombre final: “Mortadelo y Filemón: agencia de información”.
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En principio, Filemón lucía gabán, sombrero y fumaba en pipa evocando, así, a Sherlock Holmes. Mortadelo, en cambio, lucía un bombín a juego con su levita negra del que sacaba los disfraces, y llevaba un paraguas evocando, así, al personaje Fúlmine, creado en Argentina por Guillermo Divito para la revista “Rico Tipo”.
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Obviamente, evolucionaron muy rápido: a sólo 3 años de su primera publicación, el aspecto de los dos personajes era ya muy parecido al actual: Mortadelo perdió el sombrero y el paraguas, así como el aspecto atontolinado que gastaba, mientras que Filemón comenzó a lucir sus dos pelitos distintivos y su habitual aspecto en mangas de camisa. Pero sobre este punto profundizaremos después.
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¿Quiénes son Mortadelo y Filemón? ¿Qué sabemos de ellos?
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Pues tienen su trasfondo: Mortadelo Pi nace un día 13 en el pueblo imaginario de Borricón de Arriba, que sitúan en Valladolid.
Le pusieron de nombre Mortadelo por ser larguirucho de pequeño. De adulto, se acredita que mide 1,80 y calza un 44. No terminó sus estudios, de hecho solo cursó hasta 3º de E.G.B. (para los de la L.O.G.S.E., el equivalente a 3º de Primaria). En su juventud, tenía una melena envidiable, por la que le llamaban “El melenudo”; su pérdida –a causa de una loción capilar del profesor Bacterio- le hace vestir de luto.
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Entre sus hobbies están la escultura, coleccionar ventiladores y maquetas de cohetes, el billar, la filatelia, fumar e ir de bares. Es simpatizante derechista. Además, es un ligón irredento (llega a flirtear con la mismísima Sigrid, sí, la del Capitán Trueno).
Filemón Pi (aunque comparte apellido con Mortadelo, no son hermanos), nace en el imaginario barrio de K’Al Kuta. Su estatura es normal (aproximadamente de 1,70). Aunque hace gala de bastante cultura general, su expediente académico no parece ser brillante (sólo exhibe como título su certificación de haber sido vacunado contra la viruela). Sabemos que es Capricornio y que sus padres intentaron que estudiase música.
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Tras terminar su servicio militar, dirige una agencia de detectives (Agencia de información). Sufre de presbicia, por lo que necesita gafas de cerca cuando tiene que leer. Tiene ideas políticas tendentes a la izquierda. Se sabe que ha sido socio del Español. Entre sus aficiones están coleccionar discos de 36 revoluciones y siete motines, pintar cuadros al óleo y a la vinagreta, la filatelia (posee una gran colección de sellos de Maguncia) y se le conoce la existencia de un romance con una tal Belén Bandárrez.
Podría decirse mucho más en cuanto a su biografía: familia, evolución en las historietas, etc, etc… pero para ello, quedo a vuestra disposición si queréis referencias para no alargar demasiado el artículo.
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Con respecto a otros ilustres secundarios, sí os daré los apellidos: el Superintendente Vicente Ruínez (el Súper); el profesor Saturnino Bacterio, creador de múltiples -y a menudo fallidos- inventos para los agentes; y la señorita Ofelia Michelínez, la secretaria del Súper.
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Primera etapa de Mortadelo y Filemón (de 1958 a 1969)
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Tal y como hemos comentado antes, en un inicio Mortadelo y Filemón tenían un aspecto muy distinto al actual que los hacían más similares a los diseños de Manuel Vázquez (a la sazón la mayor estrella de Bruguera en ese momento): narices grandes torcidas hacia abajo y piernas y brazos muy delgaditos.
Pero, hasta llegar a 1960, el aspecto cambió según Ibáñez iba puliendo su propio estilo. Entre 1960 y 1965 las narices de los personajes se alargaron hacia adelante, sus orejas adquirieron forma de espiral y las proporciones de los personajes cambiaron para acentuar la diferencia de altura: la cabeza de Filemón creció hasta alcanzar el mismo tamaño de su cuerpo, mientras que Mortadelo adquirió una forma más espigada.
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También cambió y mejoró la expresividad de los personajes. En esta transición se va apreciando también un acabado más redondeado en las posturas y los rasgos. Observamos también el cambio progresivo de la espiral por una oreja más trabajada que, en un principio, daba un aspecto asoplillado en los perfiles y escorzos hasta que fue corregida.
Fue en este periodo en el que se dio una marcada etapa de transición localizada en el último tramo, entre 1966 y 1969, en el que el aumento del ritmo de producción según aumentaba la demanda y la propia evolución del dibujo nos ofrecieron unos resultados raros e irregulares con unos personajes achaparrados, con poca diferencia de altura entre ellos, una gestualidad mal exagerada y problemas de perspectiva a la hora de representar los escorzos –sobre todo en el trazo de las orejas y narices-.
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Afortunadamente, la definición del estilo del autor hizo que esta última fase de la etapa durase poco.
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Etapa Franquin de acercamiento al europeo (de 1969 a 1973)
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Frente al estilo brugueriano imperante hasta entonces, caracterizado por su bidimensionalidad y sus líneas firmes y cerradas, empezó a tomar pujanza la industria del cómic procedente de la escuela de Marcinelle (“Astérix”, “Gastón Elgafe”, “Aquiles Talón”…), que proponía historietas más trabajadas con un aspecto más moderno.
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Ibáñez, ya dibujante estrella de Bruguera, había hecho algunos experimentos al respecto, pero no fue hasta 1969 que se produjo la ruptura con el mencionado estilo anterior y le fue encomendada la realización de un álbum de formato europeo: “El sulfato atómico”.
Observamos un enorme salto cualitativo y un mimo al detalle y la continuidad que no habíamos visto hasta ahora: las charnelas en las gafas de Mortadelo, las arrugas de la camisa de Filemón, las costuras del calzado, la desaparición progresiva de los chichones y el mantenimiento de rasgaduras y manchas en la ropa…
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Además, este álbum supone el nacimiento definitivo del universo de Mortadelo y Filemón. Ya son agentes de la T.I.A. a las órdenes del Superintendente Vicente con el profesor Bacterio y sus alocados inventos en nómina de la organización.
Este estilo, con una progresiva pérdida del detalle (debido a las exigencias de producción, que hacían inviable el mantenimiento del nivel), se mantiene en los siguientes álbumes: “Valor y al toro” (diseñado para otros personajes, por cierto, y en cuyos originales se observan los parches de papel pegado para cambiar las cabezas de los personajes en algunas páginas), “La máquina del cambiazo”, “Contra el Gang del Chicharrón”, “Safari Callejero” y “El caso del Bacalao”.
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Los siguientes álbumes adquieren un estilo algo más esquemático y bastante cercano a lo que ya conocemos. El ritmo de entrega de 20 páginas semanales hacía inviable mantener el estándar de calidad “europeo”, con lo que Ibáñez, simplemente, esquematizó: a este periodo final pertenecen álbumes como “Chapeau el Esmirriau” o “Magín el Mago”.
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Mortadelo 2.0 (de 1973 a 1985)
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Fue esta la época dorada de Mortadelo y Filemón, en la que se perfilaron los rasgos y estilo definitivos.
En primer lugar, vemos cómo van adquiriendo una apariencia más estilizada, ágil y alargada que en los álbumes precedentes. En una primera ojeada observamos esta evolución en álbumes como “Los invasores” o “Los mercenarios”. ¡Por cierto! Fue en esta etapa en la que apareció por primera vez el personaje de Ofelia en la aventura “Los gamberros”, de 1978, el mismo año del “Mundial 78”. Aquí se terminó definiendo otro rasgo característico: en momentos puntuales, el ojo más alejado se superpone al más cercano, rompiendo la perspectiva de manera muy curiosa.
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A principios de los 80, Ibáñez rompió con el formato acostumbrado hasta ahora de 5 tiras por página, adaptando un formato de 4 por página, lo que, aunque diluía la densidad de la historia, le daba más espacio para jugar con los personajes y dotaba a la sucesión de gags de un mayor dinamismo.
Muestras de esta nueva evolución son álbumes como “A por el niño”, “Lo que el ‘Viento’ se dejó”, “En marcha el Mundial 82” o “El caso de los señores pequeñitos”.
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Según fue avanzando la década de los 80, vimos cómo el nivel de violencia absurda hacia Mortadelo y Filemón aumentaba, a la par que la velocidad en sus correrías; pero son otros dos rasgos los más distintivos del final de la etapa: la vida que adquieren los personajes –incluso los más secundarios- a través del trazo y la expresividad; y la aparición de las primeras caricaturas de personajes reales en fabulosos cameos.
Podemos ver esta evolución en títulos como “¡Silencio, se rueda!”, “Los Ángeles 84” o “El cochecito Leré”.
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La muerte de Mortadelo y Filemón (de 1985 a 1990)
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En 1985, la declaración de la suspensión de pagos por parte de Bruguera hizo que Ibáñez abandonara la editorial. Lamentablemente, los derechos de sus personajes pertenecían a la empresa. En esta etapa vimos una derrota irregular en el dibujo, ya que la falta de nuevas aventuras originales de Ibáñez se suplía con historietas realizadas por ‘negros’ que imitaban su estilo con resultados, como mínimo, raros y con calidad desigual.
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Afortunadamente, con la adquisición del fondo de Bruguera por parte de Ediciones B en 1987, las aventuras de Mortadelo y Filemón volvieron al mercado e Ibáñez pudo recuperar los derechos de sus personajes, aunque no realizó de momento aventuras nuevas, ya que ese año empezó a colaborar con Ediciones Grijalbo, creando para ellos nuevos personajes.
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El regreso de Mortadelo y Filemón (de 1990 hasta ahora)
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Hay varias etapas en este periodo tan amplio.
Al principio, probablemente por el largo barbecho, se observó un Mortadelo algo más anquilosado en su regreso en el álbum “El atasco de influencias” que, afortunadamente, regresó a su ser de manera algo más estilizada (tanto el Súper como Filemón pierden sus incipientes barrigas), como podemos ver en “El racista” o “El 35 aniversario”.
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Comenzó a centrarse en temas más de actualidad con una profusión de detalles en el realismo de presentación y en las caricaturas de personajes célebres: “Barcelona 92”, “El quinto centenario”, “Silencio… ¡se rueda!! o “Maastrich… ¡Jesús!” Son buenas muestras.
A mediados de la década de los 90, observamos una etapa de entintados irregulares en álbumes como “Dinosaurios”, “Pesadilla”… o “Animalada”, que vuelven a regularizarse en títulos como “Bye Bye Hong Kong”, “El trastomóvil” y “Expediente J”. A finales de la citada década, historietas como “El tirano” o “Su vida privada” ya aportan el coloreado digital.
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A partir del 2000, empezamos a apreciar ciertas irregularidades en los personajes, probablemente debidas a la delegación de funciones por parte de Ibáñez debido, sin duda, a su edad: en álbumes como “Sydney 2000” observamos un coloreado más agresivo, así como un aumento del tamaño de los personajes con respecto a la viñeta y un trazo más duro.
En cómics más recientes, como “Mundial 2006”, “Londres 2012”, “El tesorero” o “Drones matones” vemos, además de que se queda como rasgo distintivo el aumento del tamaño de los personajes con respecto al de la viñeta, ciertas redondeces en narices, ojos y cabeza que son atípicas vista la evolución hasta ahora.
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Y… ¿qué será de Mortadelo y Filemón?
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No hay miedo. Según palabras del propio Ibáñez: “Yo no quiero matarlos. EL día en que desaparezca, alguien tendrá que continuarlos.”
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Además, con la campaña popular vigente para que se le conceda a Francisco Ibáñez el premio Princesa de Asturias, la referencia tanto a “Mortadelo y Filemón” como a otros hermanos ya menos célebres como “Pepe Gotera y Otilio”, “El botones Sacarino”, “Rompetechos” o “Tete Cohete” está más en boga que nunca.
Soy consciente de que, debido a la limitación de espacio dentro de lo que es el artículo y a lo mucho que podría hablarse de Mortadelo y Filemón y de la obra de Ibáñez, hay datos y detalles que se han quedado fuera del texto. Pero, tanto por mi parte leyendo vuestros comentarios, como a través de las redes sociales, como a través del personal de Akira Cómics, estaremos todos encantados de ampliar detalles y recomendaros obras al respecto.
¡A redescubrir las aventuras de Mortadelo y Filemón!