Marvel vs DC: ¿cuál es mejor?
Jesús Delgado
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Marvel vs DC: ¿cuál es mejor? Es un tema muy candente entre los cinéfilos, aunque no tanto entre los verdaderos entendidos del cómic. Sigue leyendo, prometemos darte una gran respuesta.
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La gran revolución de los superhéroes en el cine durante principios del siglo XXI reavivó un conflicto casi tan largo como la historia de la industria del cómic americano: Marvel vs. DC y cuál de las dos editoriales tiene mejores personajes e historias.
Como decimos, esta polémica viene, además, alimentada desde hace al menos 15 años por la disparidad de enfoques entre Warner y Disney, quienes controlan respectivamente la producción de películas y series basadas en los personajes de DC Comics y de Marvel. Algo que ha hecho que, más de una vez, muchos fans hayan perdido los papeles en medio de interminables duelos de Marvel vs. DC.
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Ahora bien, si has venido buscando una respuesta con la que nos posicionemos, alimentando esta hoguera friki de las vanidades, sentimos decirte que vas de cráneo. Ya que el objetivo de este texto no es el de declarar ganadora de la contienda a una editorial en particular. Nosotros no vamos a decir cuál es mejor… No, ese “marrón” te lo dejamos a ti.
Para ayudarte con este difícil trance, vamos a señalarte las más importantes diferencias y características entre una y otra editorial, para que puedas distinguirlas correctamente (si no lo haces ya, claro), permitiéndote discriminar entre Marvel vs DC con mucho tino. ¡Allá vamos!
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El nuevo alba de los dioses
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Para empezar, hemos de entender que el fenómeno de los superhéroes nace como resultado de muchos factores. Uno de ellos, que resulta determinante, es la eclosión de la literatura Pulp, una serie de obras que, en formato de relato o de novela por fascículos seriados, contaban las aventuras de diversos individuos que vivían aventuras fantásticas o eran víctimas de horrores inenarrables.
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Desde Flash Gordon hasta Tarzán, pasando por Judex y La Sombra, Conan “El Bárbaro” y los mitos de Lovecraft… cientos de personajes llenaron las páginas de numerosas revistas durante los años 30. En plena fiebre de este tipo de relatos, la editorial National Allied Publications publicó diversas historietas protagonizadas por personajes similares a estos héroes que te hemos mencionado.
Uno de ellos sería, precisamente, el Doctor Occult, un investigador paranormal que creó la pareja artística formada por Jerry Siegel y Joe Shuster en 1935. El dúo haría que Occult fuera un personaje recurrente en las tiras de las revistas, presentando un prototipo primitivo de lo que sería el superhéroe tal y como lo conocemos. Es decir, antes de presentar el héroe que les inmortalizaría y que lo cambiaría todo en 1938: Superman.
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A Superman, el primer gran superhéroe del cómic, le siguió una larga lista de personajes que buscarían servir de réplica o alternativa, pero que, a la vez, entroncarían con una idea clásica de lo que son los héroes, basándose en arquetipos de la mitología grecorromana y (en ocasiones) de las tradiciones celta, judeocristiana y nórdica.
Así, Superman sería un equivalente al Hércules romano; Batman, el heredero de los justicieros Pulp, tendría al inframundo de Hades, a las Furias y a la diosa Némesis como sus referentes; Wonder Woman sería una Artemisa moderna; Flash, Hermes; Aquaman, Poseidon; etc. En paralelo, héroes de otras editoriales como Capitán Marvel (Shazam) seguirían esta esta misma estela, ayudando a establecer y perpetuar este patrón de superhéroes como modernos dioses y semidioses.
Con esta fórmula, DC marcaría un estilo de superhéroes arquetípicos. Es decir, personajes fuertemente inspirados en los mitos de las grandes religiones de la humanidad y con una marcada perfección que idealizaba sus figuras de cara al público.
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Los equipos creativos de estos personajes también establecieron conceptos con los que ahora estamos muy familiarizados, pero que supusieron los ingredientes clave para conformar el perfil clásico de todo superhéroe: el ayudante juvenil del héroe (encarnado precisamente por Robin), el archienemigo que es la antítesis del protagonista, la base secreta y los vehículos y gadgets, la doble identidad, etc.…
Esta receta generaría rápidamente enormes beneficios durante los años 40. De la mano de enormes tiradas y ediciones, impensables actualmente, vendrían seriales de cine, programas de radio inspirados en los cómics y merchandise que ayudó a difundir más aún la popularidad de los superhéroes, convirtiéndolos en un concepto enraizado en la cultura popular yankee, primero, y luego a nivel internacional.
Cabe decir que es cierto que, con los años, DC tendría que ajustarse a las tendencias y a las modas y bajar de su olimpo de mallas y capas para tocar ciertos temas sensibles como la pobreza, el terrorismo, el narcotráfico y el efecto de las drogas en la población juvenil e, incluso la Segunda Guerra de Irak… Pero todo ello siempre con un tamiz ligeramente fantástico y adecuado a las reglas que hacían funcionar este universo: la espectacularidad y la épica.
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De forma paralela, tenemos que aprovechar este epígrafe para desmontar una falacia, la de que DC es más seria y oscura que Marvel. En general, hay una visión de tomar el todo por la parte, pensando que todo DC es Batman, un personaje gótico y oscuro, más cerca del Pulp clásico de justicieros detectives de novela negra y de terror que del propio concepto de superhéroes.
En realidad, DC es tremendamente colorista y desenfadada cuando quiere. Series como “Flash”, “Superman” y otras tantas exhiben una realidad alejada de la de Batman, siendo más amables, aunque no exentas de crudeza en ciertos momentos. Para contar relatos “adultos”, la editorial contó en su momento con una línea llamada Vértigo, destinada a esa vuelta de tuerca que los lectores de cierta edad demandan.
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En tanto, la comedia también ha estado a la orden del día. “Lobo” fue el gran exponente en su momento del humor más negro y ácido de la casa. Pero hubo otras series también de tono más ligero. A saber: “Liga de la Justicia Internacional” (de los 80), “Booster Gold y Blue Beetle” o, más recientemente, “Harley Quinn” (o los macarrónicos “Sección Ocho” de Garth Ennis y su Hitman) son claros ejemplos de que DC también tiene sentido del humor como para reírse de sí misma cuando quiere. Aunque, eso sí, dentro de la solemnidad en la que se enmarcan sus historias.
Dicho esto, podemos pasar con Marvel.
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La llegada de los dioses humanos
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Hay que entender que Marvel no es una editorial que surja espontáneamente de la nada. Originalmente, se conocía como Timely Publications, antes de llamarse Marvel Comics. Era una editorial dedicada al Pulp y a las historietas, como la National Allied Publications (posteriormente DC).
Al rebufo de Superman y Batman, en Timely comenzaron a sacar sus propios personajes, muy similares en cuanto a fondo a los de la competencia: Namor, la primera Antorcha Humana (no confundir con el miembro de los 4 Fantásticos del mismo nombre) o el Capitán América. Sin embargo, más allá de estos hitos de la Edad de Oro, como se conoce al periodo de los años 30 y 40 del siglo XX, la futura Marvel no destacaría mucho.
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De hecho, durante los años 50, el editor Martin Goodman se mantendría bajo el radar debido a la Caza de Brujas, ciñéndose a los límites marcados por los censores y no arriesgando apenas en cuanto a los contenidos de sus historias. En este momento es cuando debemos fijarnos en “un tal Stan Lee”, el sobrino del editor, que también estaba al cargo de las historias de los cómics de la editorial, y que por entonces contaba con una larga trayectoria en la casa.
Cuando DC presentó al mercado la “Liga de la Justicia de América”, a finales de la década de los 50, Goodman trató de competir trayendo de vuelta a “Los Invasores”, un grupo de supers de los 40 de Marvel. Sin embargo, Stan tuvo otra idea que cambiaría su historia y la del mundo del cómic.
Según qué versión de la historia oigas, te contarán que su mujer Joan le propuso hacer héroes como “los vecinos” de la familia. Otros, te dirán que fue el propio Stan quien pensó que había que hacer personajes con los que el público se identificara, mientras que otra versión estará a matacaballo de ambas. Sea como sea, el escritor dio con la tecla de lo que sería un cambio de paradigma y dio lugar a los 4 Fantásticos, los primeros héroes del nuevo modelo de superhéroe.
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Los 4 Fantásticos eran una familia formada por el “marido”, Reed Richards, un científico brillante pero emocionalmente algo deficiente; la “chica del grupo”, Sue, que tenía que luchar por un lugar en el grupo y hacerse valer por ser mujer; el “cuñado”, Johnny, un adolescente con demasiados pájaros en la cabeza, y, finalmente, el “amigo de todos ellos”, Ben, un hosco y cascarrabias excombatiente que había quedado encerrado en el cuerpo de un monstruo de piedra.
Los 4 Fantásticos suponían una ruptura de modelo y planteaban qué pasaba si alguien de la calle recibía poderes que, además, podían ser una maldición. Dicho de otro modo, eran humanos con poderes que, además, eran imperfectos y con taras que les marcaban en sus vidas cotidianas.
Este mismo paradigma sirvió para introducir nuevos héroes que no eran para nada divinos. Ya conoces a los más importantes: Spider-Man era un vigilante aborrecido por la opinión pública, cuyo alter-ego era un estudiante adolescente de clase baja y socialmente inepto. Iron Man, un vividor cuya vida daba un vuelco al tener que depender de un marcapasos atómico que evitaba que una esquirla de metal le perforara el corazón y que, a la vez, alimentaba su armadura. Hulk, un tipo apocado y abusado en lo personal y profesional, que se convertía en una apisonadora irascible…
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Pero, además, presentaba a personajes de minorías de los que los X-Men son los máximos exponentes genéricos de esto, pero había otros con rasgos étnicos más marcados y minusvalías. Por ejemplo, Thor (cuya identidad secreta era la de un médico cojo) o Daredevil (que es ciego).
Pero, además, estos héroes tenían problemas muy reales, como hacer malabarismos con sus gastos para llegar a fin de mes, pagar facturas y arreglar traje y equipo o problemas afectivos y desamores constantes (de nuevo Spider-Man), lo que ponía a estos personajes en otra liga muy distinta a la del multimillonario Bruce Wayne o el periodista estrella Clark Kent.
Estas imperfecciones y estos dramas humanos, a su vez vendrían acompañados de una contrapartida que sería la de relajar y humanizar el tono de sus historias. Aunque en ellas veríamos la primera muerte de la pareja de un héroe o las revueltas estudiantiles de los 60/70 (Spidey, por tercera vez), los guionistas compensarían este peso dramático con una ligereza muy importante de sus relatos.
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De este modo, drama, épica y tragedia se mezclarían con elementos de la cultura popular y de la vida cotidiana dibujando unos héroes que no solo eran imperfectos y tarados, sino en contacto con la realidad.
Esta mezcla propiciaría argumentos disparatados, pero también divertidos y cercanos. Y, así, al principio de un cómic de los Vengadores, los héroes podían estar con ropa de calle tomando el té en su casa, o viendo la tele o yendo de compras… y al final del mismo se encontrarían luchando contra un alien invasor del futuro en la estratosfera.
Otro elemento importante, que DC luego adoptaría, serían los auto guiños y referencias a la gente de la editorial, rompiendo la cuarta pared y “haciendo partícipe y cómplice” al público lector, convirtiéndolo, de alguna manera, en parte del juego que proponía el propio cómic. De este modo, la persona que leyera estas aventuras tendría cierta implicación emocional en la propuesta narrativa, creándose cierta adicción.
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Por tanto, estas mismas consideraciones nos llevan a desmontar la falacia de que Marvel es más payasa que DC o que es una parodia de esta. Sencillamente, como te hemos expuesto, su tono es más ligero y mundano, alejándose de la grandilocuencia mitológica.
De hecho, en un sentido estricto, ambas no han tenido problemas en ahondar en temas cruentos en las últimas décadas como telón de fondo de sus historias. En este sentido, las dos editoriales han llegado a plantear relatos incómodos, y controvertidos, si no sórdidos, en más de una ocasión. Incluso en supuestas publicaciones juveniles: prostitución, abuso, crímenes grotescos, experimentos humanos, guerra sucia desde gobiernos y un largo número de etcétera dignos de acabar en cualquier sumario de Informe Semanal han sido temas cada vez más habituales en las páginas de estos cómics.
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Odisea vs Ilíada
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Como recapitulación final, nos gustaría proponerte un paralelismo, si te va la cultura clásica. Se dice, que Homero fue el autor de la Ilíada y la Odisea. Pero ambas son diametralmente opuestas en cuanto a tono y narración.
Una narra la Guerra de Troya y la otra el viaje de Ulises de vuelta a su hogar, en el más accidentado viaje por mar jamás contado. El asedio de Troya es un relato épico, con héroes haciendo grandes gestas y librando peleas junto a los dioses, en tanto que la Odisea obliga a Ulises a valerse de su ingenio para sobrevivir a los peligros, mientras las pasa canutas.
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Así, en la primera, los héroes son tipos fuertes, formidables, que viven o mueren por la espada. Mientras que, en la segunda, el protagonista no realiza apenas proezas e, incluso, debe mentir, engañar y hacerse pasar por bardo y por mendigo para conseguir sus objetivos, rebajándose a cosas que los otros héroes jamás habrían hecho… ni ebrios.
Esta distinción nos lleva a preguntarnos: ¿es mejor la Ilíada o la Odisea? Pues lo mismo ocurre con Marvel y con DC. Una no es mejor que la otra de forma objetiva, pero sí de forma subjetiva y en función de los gustos de perfil lector que las valore.
Hay gente que prefiere la oscuridad de Batman frente a los dramas diarios de Spidey y quien prefiere ver los problemas del Capitán América para integrarse en una sociedad estadounidense que no llega a entender pero a la que sigue defendiendo que leer cómo Superman lidia con su papel de dios entre hombres. Y lo mismo con las superheroinas… Wonder Woman es una mujer fuerte y un arquetipo poderoso… ¿pero representa igual de bien a la mujer moderna que la jovencita Kamala Khan, Ms. Marvel? Resulta difícil responder a estas cuestiones, ¿verdad?
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Al final, todo depende de tus gustos. No hay un absoluto, como parece que se quiera dar a entender desde las redes sociales y por parte de influencers mal informados o partidistas. Por eso, si te sirve de algo, nuestra recomendación es que disfrutes de lo que te gusta y no te preocupes tanto por lo que según algunas personas es “mejor o peor”.
Dicho esto, ya seas un Marvel-Zombie o un DCadicto, te recibiremos con los brazos abiertos en Akira Cómics. Y, en cualquier caso, ¿por qué solo conformarse con un único universo? Existen muchos más mundos habitados por superhéroes… cada cual con sus propias reglas, tono y atmósfera. ¡Visítanos si quieres descubrirlos!
Imágenes | Akira Cómics.