El Libro de Boba Fett: crítica con SPOILERS

Disney + ha concluido uno de sus proyectos más esperados y que, aparentemente, vuelve a dividir al fandom de Star Wars. Nos referimos, como no puede ser de otra forma, a la serie de “El Libro de Boba Fett”.

Este spin-off de “El Mandaloriano” (“The Mandalorian”) se centra en el personaje de Boba-Fett, cuya bio publicamos no hace mucho en un artículo, y desarrolla un poco más el trasfondo del temido cazarrecompensas.

Protagonizada por Temuera Morrison y Ming-Na Wen, la serie nos adentra en las arenas de Tatooine. En ellas, se nos revela el funcionamiento de los Bajos Fondos y cómo la muerte de Jabba da lugar a una guerra entre familias del hampa, deseosas de reclamar el trono del infame Hutt.

Así, “El Libro de Boba Fett”  se ambienta justo tras la temporada 2 de “The Mandalorian”, y recurre a una serie de flashbacks para explicar cómo el infame mercenario logró sobrevivir a su caída al pozo del Sarlacc durante “El Retorno del Jedi”, por qué perdió su armadura y estuvo ausente de los principales eventos acaecidos en la galaxia tras la Batalla de Endor.

Y, hasta aquí, la sinopsis. En las próximas líneas nos adentramos en la reseña propiamente dicha. Eso sí, cuidado, después de la siguiente imagen comienzan los SPOILERS. Sigue leyendo bajo tu propia responsabilidad.

“El Libro de Boba Fett” es un título atípico que emparenta con las producciones de Marvel Studios con respecto al planteamiento de temas, ya que se trata de una serie de género híbrido.

Por un lado, mantiene el sabor a western y cine de samuráis con toques de Ci-Fi propio del enfoque original de “La Guerra de las Galaxias” que impregnó todo “The Mandalorian”. Por otro, va un paso más allá y adopta postulados del cine negro mientras se centra en el tropo de “hombre civilizado” que se realiza entre nativos de culturas tecnológicamente menos avanzadas, al estilo de “Lawrence de Arabia” o “Un hombre llamado Caballo”.

Este punto de partida, aunado a un ambicioso intento de morder más de lo que puede mascar, convierte a “El Libro de Boba Fett” en un producto interesante pero que, desgraciadamente, se ve expuesto a las odiosas comparativas con la exitosa serie de “The Mandalorian”.

Esto se debe a varias razones:

La primera, la tendenciosa comparación entre las dotes actorales de Temuera Morrison y Ming-Na Wen con Pedro Pascal. Si bien el tándem Morrison-Wen está formado por dos intérpretes solventes, Pascal deja el listón muy alto y esto se nota. Si bien es cierto que los dos protagonistas hacen un buen trabajo, quizá su presencia se aproveche mejor como secundarios de lujo en lugar de como protagonistas de su propio show.

En segundo lugar, existe el problema de redefinir a Boba Fett en 2021. Como te contamos en su “biografía”, Boba Fett es un personaje que se ha edificado en el imaginario del fandom sobre muchos relatos en cómics, novelas y videojuegos. Esto implica que haya también cierto fetichismo en torno a él y una expectativas ambiciosamente irreales respecto a su puesta en escena.

Al hilo de esto, que Din Djarin (Pedro Pascal) estuviese escrito de forma similar a como popularmente se concebía a Boba Fett, ha llevado a Dave Filoni y Jon Favreau (las mentes tras la serie) a redefinir a Fett. Todo en aras de que esta serie no se convirtiera en “un calco de Mandalorian”.

A esto añadamos que desde hace mucho tiempo, en Lucasfilm (incluso en época de Lucas), la división entre buenos y malos se ha vuelto muy gruesa. Disney, que no ha hecho sino reforzar esta tendencia, obviamente no podía plantear un “Boba que se mueva en los grises” y, desde luego, que se parezca en algo al retratado por Wagner y Kennedy en los cómics de Dark Horse de los 90.

Sumando estos dos factores podemos entender por qué el Fett de Morrison es otra cosa. Su caracterización apunta a trascender el halo de personaje misterioso, revelando fortalezas, flaquezas, fobias y filias. Esta decisión, la única viable de acuerdo con las actuales tendencias, implica un riesgo: el de que no guste a nadie. A los veteranos, porque el personaje de Temuera Morrison no sea (su) Boba Fett; y a los neófitos, porque no conectan con el personaje al carecer del carisma del que se ha dotado a “Mando”.

Sin embargo, romperemos una lanza en favor de esta caracterización, porque aunque prescinde de elementos del viejo canon, Filoni y Favreau son coherentes con el actual. Prueba de ello es que su caracterización se asemeja a la planteada en la serie animada de “The Clone Wars” y, de hecho, toma esta como punto de partida. Si un fan ve la citada serie y sigue otras historias modernas en las que aparezca Fett, veremos que la pareja productora ha sido fiel a la evolución del cazarrecompensas en la continuidad contemporánea.

La tercera razón de que “El Libro de Boba Fett” no pegue tan fuerte como “The Mandalorian” es precisamente la hibridación del género.  Estamos ante un relato criminal que intenta superar el cliché de “western de samuráis espaciales”, al tiempo que busca mantener algo de epicidad. Para lograrlo, se requiere de una profundidad de complicado encaje con soluciones un tanto torticeras.

Es decir, se han tirado de ciertos experimentos narrativos para tratar temas que solo se habían arañado en la injustamente defenestrada cinta dedicada a Han Solo, pero que requieren de un enfoque un poco más dramático. Algunas cosas les salen bien. Y otras mal. Pero, por lo menos, valoraremos que trata de innovar.

Con todo, hay decisiones que no compartimos respecto a cómo se nos ha mostrado: el abuso de los flashbacks y la redundancia de ciertas escenas innecesarias para la trama; ese ritmo irregular entre capítulos; y, por supuesto, el tener que recurrir a “Mando” y a Grogu (Baby Yoda) para salvar la serie y que, encima, su regreso se traduzca en los episodios mejor valorados de un título del que no son ni protagonistas.

El rescate del dúo protagonista de “The Mandalorian” es otro punto cuestionable. Ejemplifica que Disney + pretende aplicar por sistema la fórmula Marvel Studios a Star Wars, conectando todos sus personajes y tramas hasta la saciedad. Ojo, que la implementación del caza real de Naboo o la presencia de Cad Bane y Krrsantan nos encantan. Pero no podemos obviar los riesgos que suponen para los neófitos o aquel fan eventual que no se ha leído todos los cómics y novelas ni visto todas las series animadas…

Con todo, también hemos de admitir que se nos ha puesto una sonrisa algo estúpida con ciertos guiños al viejo canon. Algunas referencias bobas (valga la expresión) a ideas de relatos clásicos (como los recogidos en el tomo “Boba Fett: Antología”) o la mención a elementos del extinto Universo Expandido también nos hacen mucha gracia. Entre ellos, la mención a los rancors como montura de las brujas de Dathomir. Y lo mismo podemos decir de ciertos personajes que vimos dentro y fuera de los montajes finales de la Trilogía Original.

En general, por tanto, podemos decir que, efectivamente, “El Libro de Boba Fett” no es “The Mandalorian”. Adolece de ciertos vicios inherentes y de flaquezas debidas a medidas experimentales, que derivan en que la serie no arranque hasta más allá de su ecuador. Eso y que la reinvención del protagonista no acabe de cuajar, tampoco ayuda…

Y, sin embargo, podemos decirlo: nos ha gustado. No es una serie perfecta pero tiene también muchas virtudes. Empezando por la BSO de Ludwig Göransson, un valor espectacular, muy adecuada para el universo Star Wars.

Otro aspecto favorable es su producción. Los elementos de desarrollo de world-building a nivel de vida cotidiana son fenómenos y se agradecen. En contraste con las películas, en donde suelen centrarse solo en los aspectos militares y épicos, la serie exhibe el día a día de curritos, nómadas y “gente normal”, para quienes los tiroteos no son su pan de cada día.

Las localizaciones, el escenario, el vestuario y el maquillaje, la dirección actoral… todo ello son partes que no están descuidadas. Incluso los cameos como el de Danny Trejo resultan graciosos y no podemos sino sonreír de manera cómplice ante ellos.

Vamos, resumiendo: “El Libro de Boba Fett” no cumple las altas expectativas generadas por y para el fandom veterano, que esperaba (deseaba) ver otra cosa más apegada al Boba Fett de los 90. Pero tampoco es un dislate ni una “traición” (como habrá quien diga por ahí). Es un producto actual, experimental y que tiene la desgracia de medirse con “The Mandalorian”, cuya sombra es demasiado alargada, y contra unas perspectivas irreales. Pero sigue siendo una serie entretenida y disfrutable, aun así.

Sin embargo, no podemos quitarnos de encima la sensación de que estamos ante una “temporada 2,5” de la serie del Mandaloriano. Solo la premonición de que vamos a tener más y más series que expandirán el Universo Star Wars en la pequeña pantalla es lo que aplaca el ligero regusto agridulce que se nos haya podido quedar.

Concluimos recordándote que en Akira Cómics somos grandes fans de “La Guerra de las Galaxias” y que en nuestro fondo contamos con títulos en forma de novelas y cómics pertenecientes a casi todas las épocas. Si buscas lectura para conocer cómo era “Star Wars” hace veinte años o descubrir las más rabiosas novedades de su continuidad actual, no dudes en visitar nuestra web o venir a vernos a la tienda. ¡Estaremos esperándote!