El oficio de entintador: mucho más que repasar líneas
Francisco Javier Illescas Díaz
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Hoy nos adentramos en el oficio de entintador, cuyo papel en la creación de un cómic es mucho más que el repaso de las líneas del dibujo. Te contamos en qué consiste.
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La figura del entintador suele quedar diluida tras el nombre del dibujante, y suele ser considerado como “el que pasa a tinta el dibujo ya realizado” sin mucho más reconocimiento a su labor.
Sin embargo, el entintado resulta ser un proceso muy creativo y cargado de responsabilidad, puesto que, si bien puede transformar un notable dibujo a lápiz en una maravillosa ilustración, también puede obtener el efecto contrario: un buen entintador puede elevar la categoría de un dibujante de bueno a genio, pero uno malo puede convertir el mejor dibujo en una auténtica mierda.
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Como siempre digo, en Akira Cómics nos gusta hacer las cosas de un modo diferente, y en este artículo vamos a intentar reivindicar la labor de los entintadores. ¡Vamos allá!
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¿En qué consiste, entonces, ser entintador?
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Básicamente, la función de un entintador es terminar de definir el dibujo, añadiéndole profundidad y sombras. Eso conlleva que un entintador también es una persona con conocimientos de dibujo, volumen, anatomía y manejo de la luz.
Pero eso no es todo: el entintador es el responsable de que el dibujo final tenga la calidad esperada, así como ser fiel al estilo del dibujante original. Ha de medir el grosor de la línea utilizada, y decidir si usa sombras o entramado. Es su responsabilidad que la perspectiva y la profundidad se vean fielmente representadas. Y, además, realiza las funciones que en cine realizaría un script: corregir y completar el original añadiendo los detalles que al dibujante se le podrían haber pasado. Es el encargado de dejar el producto final listo para sentencia.
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Incluso ha de saber interpretar el dibujo recibido, pues en sus manos está enfatizar un gesto o una postura dentro del conjunto –hasta el punto de que dos entintadores distintos pueden dar un acabado muy diferente al dibujo entregado, así como pueden terminar dando un producto muy diferente y de mayor calidad que el recibido inicialmente: Tony de Zúñiga, John Romita o Bob McLeod son ejemplos de profesionales que empezaron trabajando como entintadores y que, por méritos propios ante el realce del trabajo realizado, terminaron dibujando sus propias series.
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En definitiva: las habilidades de un entintador son las mismas que las que debe tener el dibujante. Ha de saber dibujo, ha de saber anatomía, perspectiva, escala, manejo de la luz, arquitectura… todo lo que maneja el dibujante titular, con el añadido de que, además, ha de saber leer la ilustración para sacarle el máximo partido.
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¿Y qué hay que saber para ser entintador? ¿Cómo se llega?
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Para empezar, lo suyo es saber dibujar, o tener unos ciertos conocimientos a nivel técnico al respecto.
Luego, aunque muchos entintadores utilizan medios digitales, lo suyo es que nos refiramos al medio “analógico” de entintado: has de aprender a manejar con soltura y eficiencia, aparte de los consabidos rotuladores, plumilla y pincel. Así como conocer bien las características y alcance del uso de la tinta china.
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Dando por hecho que ya conozcamos estos requisitos básicos, lo primero que hay que tener claro es el tipo de línea que vamos a usar, en el sentido de que toca definir el grosor. Entre otras cosas, el grosor elegido nos ayudará a discernir si los objetos están más cerca o más lejos (los más cercanos tenderán a representarse con línea más gruesa, mientras que los más lejanos se delinearán con trazo más fino). Aunque este uso parece bastante evidente, no es el único en el que usaremos esta diferenciación, que se empleará también en tomas en perspectiva o en determinados escorzos.
Pero comentábamos que es función del entintador dar volumen a las figuras mediante el sombreado. Para sombrear con tinta has de tener muy claro de dónde viene la luz para dar el volumen adecuado. Aunque las sombras no son uniformes: se puede jugar degradando la tinta a pincel partiendo de la mancha negra, aunque se tiende a utilizar también el entramado.
La trama es una técnica difícil, cruzando líneas en diferentes direcciones para hacer los degradados de la sombra (a más cruces y más líneas, mayor oscuridad). Es una técnica versátil, pero que requiere pulso y trabajo.
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Como podéis ver, ser entintador no es una tarea fácil. Más aún teniendo en cuenta que el trazo a tinta tiene que tener alma y conferir carácter al producto final.
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¿Y por qué no se reconoce más el oficio de entintador?
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Bueno, eso es relativo.
En el mercado americano, donde se trabaja en cadena, normalmente el entintador está acreditado junto al resto del equipo. Stan Lee fue el primer editor en institucionalizar que entintadores, coloristas y rotulistas fuesen acreditados con nombres y apellidos. Así que en cualquier cómic americano es fácil encontrar referencias a todo el equipo.
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Lamentablemente, en el mercado europeo eso no ha sido normalmente la tónica habitual.
En este artículo mencionamos, por ejemplo, la colaboración de conocidos dibujantes dentro del mundillo del cómic europeo como Edgar Pierre Jacobs, Bob de Moor, Jacques Martin o Roger Leloup en la realización de los cómics de Tintín. Pero ninguno de ellos aparece acreditado en ninguno de los álbumes.
Lo mismo se podría decir de Albert Uderzo, cuyo hermano le ayudaba a colorear (recordemos que Uderzo era daltónico) y entintar y tampoco fue siquiera mencionado. A ello sumamos aparte que en este entorno, normalmente, es el dibujante el que se encarga del entintado de su dibujo (recordemos que el dibujante de cómic europeo no suele estar encorsetado por el plazo cerrado de entrega que suele tener el dibujante del mercado americano).
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No obstante, siempre hay justos en Sodoma: artistas como André Franquin, Jidehem o Greg sí que han sido acreditados en los álbumes de “Spirou” y “Tomás Elgafe” en los que han colaborado como entintadores.
Aunque es un hecho que, mientras que todos conocemos los nombres de nuestros dibujantes favoritos, no todos estamos al tanto de quiénes han sido sus entintadores. Aun dando por buena esta circunstancia, por lo menos seamos conscientes del importante trabajo que realizan.
Tened en cuenta siempre que es el entintador el que tiene el control sobre el resultado final, el que aporta el espíritu a la escena, y el que corrige las imperfecciones del dibujo original y le aporta matices. Como decíamos al principio: ni el mejor dibujo a lápiz puede sobrevivir a un mal entintado, así como uno bueno puede elevar un dibujo mediocre a la categoría de uno muy bueno.
Sabemos que habrá opiniones para todos los gustos, pero, como viene siendo habitual, el equipo de vuestra tienda amiga siempre estará disponible para haceros notar estos curiosos matices que, seguramente, se puedan apreciar en vuestras obras favoritas.
Imágenes | Akira Cómics.