El coronavirus se lleva a Juan Giménez: vida y obra
Francisco Javier Illescas Díaz
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3 de abril de este año. 7:22 de la mañana. Recibo un mensaje de Whatsapp: “Ha muerto Juan Giménez”. Era uno de mis autores favoritos y, desde Akira Cómics, le dedicamos con mucho cariño y admiración este artículo.
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Año 1988. En las manos de este redactor, que entonces contaba con 13 añitos, cayó un cómic que me flipó y cambió mi cultura comiquera que, por aquel entonces, se circunscribía casi en exclusiva a Bruguera y Fórum de forma irreversible. “As de picas”, se llamaba ese cómic, una historia bélica de aviación que me encantó y que me puso sobre la pista de este insigne autor que me marcó para los restos.
Valga este artículo realizado con todo mi cariño y dedicación para que quede en memoria un retazo de su obra y de quién era.
Comenzaremos por lo obvio: Juan Giménez López nació el 26 de noviembre de 1943 en Mendoza, capital de la provincia del mismo nombre en Argentina. Su padre, trabajador técnico de la industria petrolífera, debía cambiar mucho de destino, con lo que el pequeño Juan debió mudarse cada pocos años por todo el país: Rosario, San Juan, Mar de Plata, Tucumán, Buenos Aires… donde tocase.
Y ese niño pequeño encontró, rondando los 10 años de edad, un refugio seguro en el dibujo como entretenimiento ante la necesidad de renovar todo su parque de relaciones sociales cada poco tiempo, buscando llenar el vacío provocado en cada mudanza.
Empezó copiando portadas de cómics españoles y americanos, y prosiguió recreando secuencias de sus películas preferidas e, incluso, representándolas en 3 dimensiones con plastilina, lo que le facilitó un dominio intuitivo de la narrativa visual muy pronto. La verdad es que esos jóvenes trabajos presentan un nivel técnico envidiable, observad:
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Obviamente, su estilo y talento no pasaron desapercibidos, y a los 16 años le llegaron sus primeros trabajos profesionales.
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Sus primeros años: cómic en Argentina
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Juan Giménez nació como dibujante de cómic en Río Cuarto, provincia de Córdoba. Víctor Hugo Arias, autor de referencia del cómic argentino (de cabecera de las editoriales “Abril”, “Frontera” y “Ediciones Record” y colaborador habitual en las revistas “Rayo Rojo”, “Hora Cero”, “Frontera Extra” y “Batallas Inolvidables”) se fijó en su talento y consiguió que colaborara para “Hora Cero”.
Allí comenzó por la puerta grande: publicó una historieta basada en otra de Héctor G. Oesterheld titulada “El último disparo”. Hablando del desaparecido artista argentino, él mismo ha manifestado que “el contacto con su obra cambió radicalmente mi forma de entender el cómic”. Es obvio que el hecho de trabajar para la revista que él mismo fundó supuso un acicate para el joven dibujante.
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Lamentablemente, en 1960 abandonó el mundo del cómic para dedicarse a labores más lucrativas debido a un cambio en sus circunstancias familiares: en estos años finalizó sus estudios de secundaria, especializándose en tornería y, de regreso a Mendoza, se matriculó en la Facultad de Diseño Industrial –lo que explica esa pericia a la hora de dibujar y diseñar máquinas… todavía flipo con un diseño que hizo de un carro de combate para guerra urbana que tenía el cañón entre las dos roderas, bajo el fuselaje: una genialidad para proteger el arma de fuego desde los edificios–, un aliciente para el estilo detallista de J. Giménez.
Estos estudios le permitieron desarrollar su capacidad para crear ciudades impersonales y diseñar artefactos tecnológicos, capacidad que le sirvió para resultar un autor ideal para el género de la ciencia ficción; y consiguió trabajo en agencias publicitarias haciendo storyboards y animación.
Este periplo le mantuvo alejado del mundillo hasta 1975, pero le sirvió para aumentar su dominio sobre todos los aspectos de la estructura narrativa y visual de la imagen. Como él mismo dijo: “Aprender a contar una historia en poco tiempo y calcular al milímetro el montaje y la planificación de cada escena”.
Afortunadamente, a mediados de los años 70 del siglo pasado las editoriales de cómic, debido al resurgimiento del cómic fantástico y de ciencia-ficción iniciado por “Metal Hurlant”, volvieron a su actividad habitual.
Editorial Record tomó el testigo en Argentina de ese género y, con el regreso a Argentina de su periplo italiano de Víctor Hugo Arias, su padrino artístico, Juan Giménez regresó al mundo del noveno arte dibujando para la revista “Skorpio” (que reclutó a una buena cantidad de artistas procedentes de “Hora Cero”).
Allí consiguió volver al candelero con una historieta llamada “Caída” (que nombró por suponer el germen de una de sus obras posteriores: “Cuestión de Tiempo”), entre otros relatos breves de diversos guionistas. Y fue en esa época (año 1977) en que Editorial Record le propuso un álbum con guion de Ricardo Barreiro: “As de Pique”.
Esos guiones de Barreiro narraban las misiones de un bombardero norteamericano B-17 durante los últimos años de la II Guerra Mundial. El encargo no era sencillo: se trataba de una serie en blanco y negro con una extensión máxima de 10 hojas por capítulo, al estilo de “Hazañas bélicas”.
Dada la pérdida de vigencia del género bélico en la época, se trataba de un encargo difícil, pero Giménez no se amedrentó, ya que siempre había tenido un gran interés por la historia bélica y la aviación.
En palabras suyas: “Un día me dijeron: a vos que te gustan las maquinitas y todas esas boludeces, ¿no queréis hacer una serie de aviones?”. Además, le entusiasmaba la idea de adaptar “La amapola negra”, de Héctor Oesterheld y Francisco Solano, autores a quienes Juan Giménez admiraba, para “As de Pique”.
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Con los guiones de Ricardo Barreiro, las 23 historias del B-17 sobrevolando los cielos de la Alemania nazi se convirtieron, en poco tiempo, en un éxito tanto en Argentina como en Europa, donde se publicó en España, Italia y Francia. Y supuso su pasaporte para viajar a trabajar al viejo continente.
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Juan Giménez en Europa: apogeo artístico
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Mientras terminaba “As de Pique”, y alentado por Arias, Giménez cruzó el océano rumbo a Italia, país que ya conocía su obra. Pero no terminó de encontrarse a gusto y, esta vez en compañía del que sería su guionista “de cabecera”, Ricardo Barreiro, viajó a París para probar suerte en el mercado francés.
Para ello, llevó una nueva historieta bajo el brazo: “L'Etoile Noire” (1979). Dargaud la rechazó, pero Glénat apostó por ella. Fue en esta obra en la que Juan Giménez inició su experimentación con el color y la forja de su estilo característico. De nuevo, en palabras suyas:
“Tampoco fui totalmente consciente de que creaba un estilo reconocible con el tema de la acuarela líquida. Fue una necesidad coyuntural, un reto personal intentar hacerlo. Pero fue gracias a que las técnicas de impresión fueron haciéndose más comunes, más generalizadas en todas las publicaciones, pude continuar desarrollando esta técnica.”
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En 1981, Juan Giménez decidió venir a España. Aunque, según él, “fue el país en el que me costó más encontrar un hueco laboral, pero en la vida social todo lo contrario, fueron todo facilidades”. Pero pesó más que fuimos para él “un país más cercano para un argentino, casi como si estuvieras en una provincia de tu país”.
Desde aquí, ese mismo año dibujó para la revista italiana “Lanciostory” la historieta “Avamposto” (que se publicaría posteriormente como “Puesto avanzado”, primero en la revista “Fierro” y, luego, en “1984”).
Y, para la editorial Ikusager ilustró un guión de Felipe Hernández Cava: “Bajo el mástil sin hojas”, una historia corta sobre el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos recogida en un recopilatorio llamado “Los derechos humanos”, que fueron el número 11 de la colección “Imágenes de la Historia”.
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En plena efervescencia del resurgimiento del cómic en España, Josep Toutain lideró la apertura editorial española al mercado exterior al percibir las expectativas de negocio procedentes de los dibujantes y guionistas menos conocidos por el gran público, contratándolos para sus propias publicaciones y ejerciendo como agente en otros mercados. Y Juan Giménez fue uno de esos autores que entraron en España de su mano. Con él se publicó “Factor Límite” (1981), en el que se recopilaron sus historias “Puesto Avanzado” y “Esplendor en la hierba”, ambas historietas publicadas previamente en “Fierro”.
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Muchos de los lectores de este artículo conocieron a este autor por su frenética actividad en “1984”: “War III”, infante”, en el número 32 (1979), “War III” en el 33 (1981); “Sí, Jefe”, en el 39 (1982), y “El extraño juicio a Roy Ely”, en el número 46 (1982) Paramos aquí porque en el año 1984 se recopilaron en un solo volumen: “El extraño juicio a Roy Ely”. Se incluyeron algunos trabajos de su etapa argentina: “Decisión” (1974), “Dos castigos para el cobarde” (1975), y “Silver” (1979).
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A inicios de los años 80 experimentó con sus propios guiones, y generó 7 historietas para “1984”: “Bricolage” (1982), “Tridisex” (1982), “Express” (1982), “Entropía” (1982), “8 y ½” (1983), “Cronología” (1982) y “Residuo” (1982). Fueron recopiladas y reeditadas por Toutain en el álbum “Cuestión de tiempo” (1982).
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Entre 1984 y 1987, publicó “Juego Eterno”, “Jugando”, “Transcooter”, “La princesa dormida” y “Las fábricas”, historietas recopiladas en “Juego Eterno” (1987). Y recuperó “Estrella Negra” en 1985.
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Y fue en los años 1988 y 89 en los que llegaron a nosotros joyas de su arte ya publicado en aventuras en formato largo: “Basura” (1989) y, cómo no, “As de Pique” (1988), recuperado en formato integral por Dolmen en 2009.
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Y no nos olvidemos de que, en este periodo, creó a uno de sus personajes más reconocibles: Leo Roa. Y fue creado para el suplemento “Al loro” del diario ABC entre octubre de 1986 y marzo de 1987. Posteriormente, Giménez añadió algunas páginas extras, incrementando su contenido erótico, para su publicación en “Zona 84” (número 43, diciembre 1987). Llamó la atención de Dargaud, que lo publicó en 1988. Norma Editorial lo recuperó en 2005.
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La era post-Toutain
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En 1999, Norma Editorial recuperó para el mercado español una historieta que, 10 años atrás, había realizado para el mercado francés (Dargaud): “Supramental”, que aquí se tradujo como “El cuarto poder”.
Esa obra llamó la atención de “Les Humanoïdes Associés” (conocida por ser la editorial de Moebius), que lo fichó para realizar su obra más conocida: “La casta de los metabarones” (1992-2003), con guion de Jodorowsky. Fue también Norma la que consiguió traer en el 2008 una aventura realizada en 1991 para Bagheera Editeur: “Los ojos del apocalipsis”, una historieta que se aleja del registro habitual del autor.
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Llegamos al año 2002, en el que Ediciones 11:11 publicó una obra muy adelantada a su tiempo en la que se juega con los conceptos de realidad virtual aplicada al videojuego: “Elige tu juego”. Y esa misma editorial, un año más tarde, recuperó una obra que Toutain ya publicó el año 1991: “Ciudad”.
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Vamos llegando ya a sus últimas obras. Es en 2010 cuando publica con “Le Lombard” la obra “Moi Dragon”, que llegó a España un año más tarde con el título “Yo, Dragón”. Es un curioso título que nos lleva a un escenario de fantasía épica medieval, lejos de sus registros habituales. Fue precisamente en 2011 cuando publicó con Glénat la obra de ciencia-ficción “Segmentos”, que en 2016 recopiló Norma en un tomo integral, siendo su última obra publicada en España.
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Es triste pensar en cuántas alucinantes historias nos hemos perdido con el deceso de este, como veis, notable artista… pero hay más aparte de su labor dentro del noveno arte.
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Animación y videojuegos: su faceta menos conocida
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Desde Akira Cómics estamos convencidos de que los que estáis leyendo este artículo conocéis bien la película “Heavy Metal” (Gerald Potterton, 1981), que adapta historias publicadas en la revista “Heavy Metal”, versión de la francesa “Metal Hurlant”.
La productora, para llevarlo a cabo, buscó dibujantes e ilustradores dentro del ámbito del cómic –llegaron a trabajar en el departamento de diseño gigantes de la talla de Neal Adams y Howard Chaykin–. Pero entre los editores a quienes los productores canadienses consultaron buscando colaboradores en Europa figuraba Claude Moliterni, que les recomendó a Juan Giménez, que hizo valer su bagaje previo como creador de storyboards y su experiencia como animador.
Giménez se encargó de diseñar ambientes, layouts, personajes y backgrounds del episodio dedicado al taxista Harry Canyon, desarrollado en Nueva York durante el año 2031. Pero, toda vez que los productores descubrieron los dibujos de “As de Pique”, asignaron al equipo el capítulo “Gremlins” que, precisamente, transcurre en el interior de un bombardero B-17.
Y, pese a que su experiencia no fue del todo positiva, porque acusaba el encorsetamiento a su libertad creativa, se contó con él para otra ocasión: participó en la adaptación cinematográfica que Chuck Russell preparó, durante los años 80 y 90, para adaptar “Neuromante” (1984) de William Gibson. Para nuestro pesar, problemas de presupuesto impidieron la realización del largometraje.
Y no nos quedaremos sólo en el ámbito cinematográfico: muchos de los gamers ya puretas de los años 80 recordaremos varias de las portadas más significativas de aquellos juegos en 8 y 16 bits para Amstrad PCW, Sinclair ZX Spectrum o esos primeros PCs (y hablo de los 8086 con sus disqueteras de 5 ¼). Fundamentalmente, la mayor parte de los videojuegos que producía Opera Soft y MCM eran obra de Juan Giménez: “Mutant Zone”, “Livingstone Supongo”, “Toi Acid Game”, “Soviet”, “Casanova”, “Sol Negro”…
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Sin más, no nos queda más que despedirnos a lo grande de Juan Giménez. Y, como siempre, el equipo de vuestra tienda de referencia queda a vuestra disposición para conseguiros tantos títulos de este entrañable autor argentino como os puedan procurar. Pero no dejéis nunca de leerlo y, si no lo conocíais hasta ahora… descubridlo, por favor. Es de los que no defraudan.
Imágenes | Akira Cómics.