Crítica de “¡Shazam! La Furia de los Dioses”

Con el estreno de “¡Shazam! La Furia de los Dioses” en los cines podemos decir que el camino al reinicio del Universo DC en cines ha comenzado. Tras la templada acogida de la cinta “Black Adam” de Dwayne Johnson, el presente film arranca vapuleado por una taquilla más bien fría y unos prejuicios quizá injustos con ella. Pero vayamos por partes.

“¡Shazam! La Furia de los Dioses” es una película dirigida por David F. Sandberg, cineasta especializado en horror y cine fantástico, que fue también el encargado de la primera entrega en 2019. Ahora, con algo más de desgana, nos brinda una secuela que retoma el relato allá donde se dejó.

Así, la acción de esta nueva cinta vuelve a reunir a Zachary Levi (encargado de dar vida al héroe conocido como Shazam) y a Asher Angel (Billy Batson, su álter-ego juvenil) en una aventura ambientada dos años después de la anterior peli.

Tras derrotar al Doctor Shivana (Mark Strong) y a sus malvados aliados, Billy y sus hermanos adoptivos se han convertido en los héroes de Filadelfia. Y su carrera como defensores de su ciudad parece ir viento en popa, incluso a pesar de algunas pifias y disensiones internas en la familia.

Sin embargo, una nueva amenaza aparece en el horizonte, encarnada por Hesperia (Helen Mirren) y Kalypso (Lucy Lu). Estas dos diosas, hijas del titán Atlas, están dispuestas a cobrar retribución sobre el mundo por los pecados cometidos contra su gente por parte del difunto Mago (Djimon Hounsou). Solo luchando como una familia unida, Billy y los otros Shazams podrán detenerlas.

Y hasta aquí, la sinopsis. Vamos allá con la crítica. Pero, antes, una breve reflexión sobre su estreno.

Como aventurábamos antes, “¡Shazam! La Furia de los Dioses” es una producción que está pagando el pato de manera muy injusta a nuestra entender. La criba generada por el cambio de poder en Warner Bros, poniendo al frente de la división de DC a James Gunn (“Guardianes de la Galaxia”, “Escuadrón Suicida” “El Pacificador”), ha abocado irremediablemente al fracaso en la taquilla a esta película y a la próxima cinta del Universo Extendido DC: “Blue Bettle”.

Debido a que en verano de 2023 el universo cinematográfico de DC se reiniciará con el estreno de la cinta dedicada a Flash, los fans de grupo duro y el público generalista van a prescindir de ver estas películas por dos motivos bien definidos:  1) Están protagonizadas por superhéroes menos conocidos que Batman o la Liga de la Justicia; y 2) Son dos historias que, seguramente, acaben en el olvido o interrumpidas sin posibilidad de secuela, o como una proyección a largo plazo en el nuevo orden de películas debido al reboot.

Creemos que esta película se ha convertido también en un chivo expiatorio, que paga las culpas de sus antecesores ahora, en el umbral del inminente reinicio de las pelis de DC en el cine. Que, además, sea parte de la etapa previa a la llegada Gunn, implica defectos de producción inherentes. Es decir, ha pasado un filtro y se ha producido con unos estándares tan bajos como son los propios de la etapa Hamada frente a Warner/DC.  Todo juega en su contra y, por a o por b, “¡Shazam! La Furia de los Dioses” ha salido con una pata rota de la línea de salida.

Contemplando estas consideraciones, hemos de señalar que se la ha tratado con suma dureza en medios y en redes. Sobre todo por su tono desenfadado y que rompe con esa falsa y artificial premisa de que DC es “serio, adulto, oscuro y realista” por sistema. Esta falacia es algo que lacra cualquier producción que no se ajuste a los cánones establecidos por Christopher Nolan para Batman, por lo que señalamos que debería ser desterrada cuanto antes, pues el enfoque y tono dados al Caballero Oscuro en sus versiones “realistas” no es algo aplicable a todos los personajes por igual.

¿Con esta apología queremos decir que “¡Shazam! La Furia de los Dioses” es una buena película, víctima de una conjura y de un cúmulo de infortunios? No iremos tan lejos. Solo diremos que no es tan horrible como la pintan, ni que hace buenos algunos horrores de la década de los 2000. Es una peli más del género, que no pasará a la historia, salvo para convertirse (como mucho) en un placer culpable de culto.

Sigue leyendo y déjanos desarrollarte esta idea.

Para empezar, el problema que existe con Shazam (también llamado Capitán Marvel) es que no es un héroe tan convencional como pueda serlo Batman o, ya puestos, Wonder Woman. Se trata de un personaje que bebe de conceptos literarios más clásicos y se posiciona como el equivalente a Peter Pan de DC, con un claro sesgo fantasioso y, ¿por qué no decirlo?, infantil. Lo cual nos parece perfecto, porque en DC hay cabida para todo, no solo para el crujir de dientes perpetuo.

De ahí que pueda interpretarse a Shazam como una mezcla de Superman con Harry Potter y Percy Jackson, de forma muy tendenciosa y ramplona. Por lo que, para el único que transija ese tono cínico y mal llamado hiperrealista, esto supone una aberración. ¡Peor aún! Acusará al personaje de estar siendo “marvelizado”, una afirmación que demostrará que su autor no está familiarizado con los cómics de Shazam, un personaje tan entrañable como bonachón.

Hecha esta consideración, podemos hablar propiamente de la película y admitir que sí, que tiene problemas serios en su puesta en escena. Problemas que se hubieran podido arreglar de haber mediado más celo por parte de su director y un mayor cariño por parte de sus productores.

Así, tenemos un guion muy flojo y confuso, un ritmo intermitente, esa subtrama torpemente desarrollada y un mensaje final que no acaba de cuajar porque se pierde en una historia mal concretada. Y, todo ello, rematado por un clímax ejecutado con poca elegancia y cierta pereza a la hora de resolver algunos deus ex machina traídos por los pelos.

Con todo, “¡Shazam! La Furia de los Dioses” no es una mala película como tal.

Es una propuesta familiar y juvenil, protagonizada por héroes adolescentes y envuelta en un simpático halo de magia y mitología. Algo que implica chistes bobos, de instituto, y un tono jocoso y amable que lo tamiza. Y, sobre todo, no ir con pretensiones de ir a ver una Tragedia Griega. También ayuda apartar el cliché de que el drama es un género superior a la comedia, lo cual comienza a ser una tendencia crítica tan falaz como esnobista.

Luego, objetaremos que su CGI no es tampoco para tirar cohetes, pero sí que cumple lo suficiente como para que nos resulte verosímil. Y tanto el diseño de las criaturas como su presentación y animación aprueban. Además, el vestuario está muy majo, sin ser un arrebato de vistosidad. Y, por otro lado, los escenarios y las localizaciones son quizá un punto fuerte, pues transpiran buena parte del espíritu mágico de Shazam, en contraste con su inherente petardeo adolescente.

Otra cosa también muy criticada es el desperdicio de Helen Mirren y Lucy Liu. Sobre esto diremos que estamos ante dos actrices de talla que ciertamente quedan eclipsadas por una historia que no les saca todo el partido que merecen. Pero no son las primeras ni las últimas estrellas en ser encajadas como antagonistas estereotípicos desechables. Un pecado original que tanto Marvel Studios como Warner Bros llevan cometiendo desde hace décadas. Y en este saco entran también Sony como la absorbida Fox, por cierto.

Y del resto del elenco, ¿qué más podemos decir? Son correctos. Levi y sus compañeros nos hacen creer que estamos tratando con superhéroes con los corazones y las cabezas de unos niños. Por eso no podemos criticar su trabajo en modo alguno. De hecho, que se haya optado por recuperar a alguien como Djimon Hounsou en su rol de Mago es incluso un elemento que da cierto empuje al reparto.

Cambiando de tercio, también diremos que detectamos un cierto cariño a los cómics de Shazam. Hay elementos de sobra, a modo de guiños o de referencias al personaje, que los que estén familiarizados con él reconocerán. En particular, hemos detectado algunas ideas propias de su moderna colección de cómic (reunidas en el tomo “Las Siete Tierras Mágicas”) y una clara intencionalidad de darle más empuje dentro de lo que se venía construyendo. O, al menos, eso sugieren sus escenas postcréditos.

Aunque, y esto es importante: sin duda la decisión abominable del proyecto ha sido la de separar del todo a Shazam de Black Adam. Máxime cuando ambos personajes están tan estrechamente conectados. Una torpeza que evidencia que la era pre-Gunn estaba abocada al fracaso, debido al escaso control de la franquicia DC.

Con esto concluimos para recalcar lo que ya veníamos diciendo: “¡Shazam! La Furia de los Dioses” no es perfecta, pues tiene muchos defectos. Pero son los mismos que le podríamos sacarle a una película de fantasía y aventura del montón si nos ponemos tiquismiquis. Pero su naturaleza como película de superhéroes la convierte en un blanco más fácil. Aviva el caduco enfrentamiento entre fandom y es un cebo irresistible para todo aquel con ínfulas de entendido en cine y poco conocimiento del cómic.

Nosotros solo diremos que hemos visto producciones más presuntuosas y con más descaro que esta facilona película de sobremesa para ver en familia. No va a ser un antes y después del género, no reformula nada y encima es perpetuadora de figuras retóricas muy sobadas y giros argumentales que se telegrafían desde el primer minuto. Con todo, tiene cierto encanto y cumple como cinta juvenil y de aventuras. Y, a partir de ahí, si compras lo que te ofrece, bien. Y, si no, a otra cosa. 

Y, dicho esto, cerramos el artículo recordándote que en Akira Cómics disfrutamos como unos locos de los cómics. Si a ti te pasa lo mismo, te invitamos a que nos hagas una visita y descubras de la mano de nuestro staff nuestra mágica ciudad del cómic y la literatura. ¡Te estaremos esperando!