Contrapaso: pulso entre la prensa y el poder en la España de los 50

13/04/2021
  • Te contamos todo lo que sabemos acerca de “Contrapaso”, un cómic de temática periodista firmado por Teresa Valero que ya está a la venta.

  • Hace ya mucho tiempo que me consta que Teresa Valero trabajaba en un cómic de temática periodística, y he sido testigo de muchas solicitudes de auxilio a la hora de conseguir buena documentación al respecto. Pero no podíamos, ni de lejos, esperar esta auténtica maravilla a la que teníamos ganas de hincar el diente.

  • Y, como ya sabéis, en Akira Cómics nos encanta hacer las cosas de manera diferente, así que vamos a diseccionar cuidadosamente esta obra, que tiene mucha miga.

  • ¿Qué es “Contrapaso”?

  • Elvira Lindo, en un estupendo prólogo, nos la define como “una mezcla de argumento social y novela negra”, pero no estoy de acuerdo: es una definición que se le queda pequeña.

    Pienso que es un testimonio de la lucha por la verdad a través del Cuarto Poder contra un Estado que limitaba la libertad de prensa. No en vano, el curso de la acción transcurre en el Madrid de 1956, un periodo en el que la prensa estaba sujeta a las severas directrices de la Ley de Prensa del 22 de abril de 1938 (que se mantuvo vigente hasta 1966) que, básicamente, convertía a los medios en una institución al servicio del Estado mediante estos mecanismos:

    • El ejercicio de la censura previa: en primera instancia se establecían una serie de consignas que suponían instrucciones de obligado cumplimiento para todas las publicaciones del país y, posteriormente,  el Servicio Nacional de Prensa podía ejercer la censura de manera genérica y en cada una de las provincias a través del jefe provincial del Servicio de Prensa. La práctica de la censura delegada también fue común.
    • Los directores de las publicaciones se nombraban y cesaban a través del Ministerio de Gobernación (ahora Interior) por orden gubernativa o a propuesta de la empresa.
    • Las “faltas de obediencia, resistencia pasiva y, en general, las de desvío de las normas citadas” eran sancionadas.
    • El gobierno podía ordenar la inserción obligatoria de noticias, bandos, fotografías, columnas, informaciones… a discreción.
    • Se estableció un Registro Oficial de Periodistas, lo que viene a decir que los reporteros estaban ya “fichados” y controlados.
  • Todos estos mecanismos de control se intuyen a lo largo de toda la obra. ¡Por cierto! Ya que hablamos del periodismo de la época, hay un pequeño chascarrillo en la obra: en la página 74, el director del periódico “La Capital” –luego hablaremos de él– recibe el premio “Blanco White. Emilio Sanz, el reportero veterano, hace una observación: “Para que te hagas una idea de cómo está el periodismo en este país”. Me hizo especial gracia al considerar que el premio es un memorial a la labor del escritor y humanista sevillano de principios del siglo XIX José María Blanco y Crespo, conocido como José María Blanco White… ¡que era de ideas liberales! Una ironía curiosa.

  • En fin, que estamos ante una trama de pulsos de poder y de rebelión contra las normas establecidas, tanto legales como sociales.

  • ¿Es, pues, una trama sobre periodismo?

  • A grandes rasgos, sí. Los tres protagonistas se dedican al periodismo, y Teresa Valero los ha creado vivos, con caracteres muy bien definidos, y un rico trasfondo detrás.

    Por una parte tenemos a León Lenoir, el hijo de un brigadista francés muerto durante la guerra y de la hermana de un general franquista que, por cierto, se hizo cargo del niño al caer su madre en una crisis psiquiátrica de la que aún no ha salido. Tuvo la suerte de terminar su educación en Francia, pero regresó a España a continuar ejerciendo su profesión: el periodismo. Aunque como motivación oculta está su prima Paloma Ríos, su amor de adolescencia y primera juventud.

    Es un joven idealista que, a mi entender, tiene idealizada la figura de su padre, lo que le lleva a plantearse el poner el conocimiento y la defensa de la verdad por delante de su integridad física (aunque no tiene mucho estómago para contemplar hechos luctuosos… o para aguantar la bebida).

  • Por la otra, tenemos al veterano redactor de sucesos Emilio Sanz, un camisa vieja, un falangista veterano de la Guerra Civil que se plantea su afinidad al régimen llevado por la decepción de ver la traición a los ideales sociales originales del nacionalsindicalismo.

    Huraño, amargado, pero buen profesional, amante de su oficio, rechaza el estricto control sobre el derecho a la información, hasta el punto de que se atreve a plantear en voz alta reflexiones sobre las opciones que le quedan a un periodista cuando no puede hacerse eco de la verdad tras la noticia.

  • Ambos ejercen como redactores de sucesos en el periódico “La Capital”, que me parece que es un homenaje –dada su tematización con respecto a los sucesos– al conocido semanario “El caso”, fundado en 1952, que se caracterizaba por el ejercicio de un estilo periodístico cercano a los lectores, popular, donde primaba el “reporterismo de calle”, la investigación y la búsqueda de la noticia en su vertiente más extrema y sorprendente: el crimen, la delincuencia o los hechos curiosos o extraordinarios.

    Por otra parte, visto el entorno cercano a la oficina por el que se mueven los protagonistas, me atrevería a afirmar que la sede de “La Capital” debería de estar situada en el edificio Casa de la Prensa (actualmente conocido como Palacio de la Prensa) o, en su defecto, en un punto muy cercano.

    Pero nos falta la tercera pata para el banco: Paloma Ríos, la prima de León y su amor de juventud (me da que la razón del exilio a Francia de nuestro protagonista viene a tener que ver con sus relaciones más-que-fraternales…).

    Paloma es dibujante en una revista de temática femenina (“Mujer de verdad”) para la que realiza ilustraciones del estilo de las que podemos encontrar en los manuales de la Sección Femenina de la época pero que, adicionalmente, también dibuja tebeos bajo el sobrenombre –“originalísimo”, por otra parte- de Pam Rivers.

    Es una mujer emancipada, decidida e independiente, muy alejada del arquetipo de “mujer del régimen”, lo que lleva a que su familia la repudie. Y demostrará ser una pieza fundamental para las aspiraciones de los dos periodistas.

  • ¿Hay más personajes?

  • Sí. Pero no nos vamos a detener en la amplia galería de secundarios, sino en los homenajes a personajes que sí existieron. ¿Homenajes? Sí. Porque real-real solo sale uno, pero hay otros dos de cierta importancia para la trama de los que se puede establecer una correspondencia con personas reales de nuestra Historia reciente. Vamos a identificarlos.

    Empezaremos con el más evidente: el coronel médico, primer Catedrático numerario de Psiquiatría y miembro de la Real Academia de Medicina, doctor Antonio Vallejo-Nájera Lobón, perfectamente identificable en las páginas 69,70,71 y 101 (esa nariz se reconoce con facilidad).

    ¿Qué importancia tiene para la trama? Mucha, pues de sus estudios se desprende buena parte de los enredos de la historia. Veréis: fue autor de varios estudios defensores de la eugenesia (“Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza”, “Higienización psíquica de las grandes urbes”…), y experimentó con personas para determinar qué clase de malformación podía llevar a la gente al marxismo. De hecho, esa doctrina tiene nombre y fue publicada: “Psiquismo del fanatismo marxista” (8 de octubre de 1938).

    Para demostrar sus conclusiones con respecto a localizar el que llamó “gen rojo” y reencauzar al marxista, consiguió de Franco la creación de un Gabinete de Investigaciones Psicológicas en 1938, y experimentó con un grupo de unos 300 brigadistas internados en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, en Burgos, y con una cincuentena de mujeres presas por razones políticas en el penal de Málaga.

    Sobre todo esto último es lo que más trascendencia tiene en el cómic y en nuestra propia historia, puesto que el apartar a los niños de estas “malas madres” era una eficaz forma de evitar la propagación de las consignas marxistas… y eso llevó al adoctrinamiento feroz de los niños “republicanos” internados en los centros de Auxilio Social, y al secuestro de niños para entregarlos a familias arquetípicas afectas al régimen (tema que todavía sigue de candente actualidad), ya que cualquier valor defendido por la República y la izquierda se consideraba hostil y había de erradicarse de inmediato, y la salud de la raza exigía separar a los niños de sus madres "rojas".

    Y ese, amigos lectores, es un tema central en la trama investigada, amén del asesinato de mujeres que pudieran delatar al gran culpable dentro de la trama (cuyos conocidos desaparecen en circunstancias… sospechosas).

  • Vamos ahora a por los personajes ocultos: uno de los causantes de la trama es el doctor Sarobe, que dada la naturaleza de sus estudios, parece un sosias del doctor Juan José López Ibor. Primero discípulo de Vallejo-Nájera y, posteriormente, su rival, centró sus esfuerzos en “curar la homosexualidad”.

    Si bien es cierto que los estudios y experimentos de López Ibor al respecto tuvieron lugar durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado (incluían tratamientos de electroshock y lobotomías), las tesis y prácticas del doctor Sarobe son reflejo de estas doctrinas de aplicación más tardía. Y, de hecho, salvo por el bigote y los rasgos más afilados, guarda un cierto parecido.

    Y el último personaje que vamos a tratar es la figura del padre Páramo, que dada su implicación con las capas más bajas de la sociedad en los suburbios de la capital, me recuerda poderosamente al jesuita José María de Llanos Pastor, conocido popularmente como el Padre Llanos. Además, en este caso es contemporáneo de la historia, puesto que su labor en el Pozo del tío Raimundo comenzó en 1955. Y, también, tiene un vago parecido con su equivalente en el cómic.

  • ¿Y el contexto histórico? ¿Qué tal el realismo de presentación?

  • Simplemente fantástico. Nos sumerge de lleno en el Madrid de los años 50 mostrándonos paisajes emblemáticos y perfectamente reconocibles, a la par de otros que, sin ser reales, sí evocan lugares familiares.

    Un ejemplo de esta imaginaria evocación estaría en la casa de Paloma, nuestra protagonista femenina, que evoca dentro de un imaginario barrio llamado “Pardo Bazán” a la madrileña Corrala del sombrerete, sita en Lavapiés (por cierto, muy nacionalcatólico ese lema de “Todo para los pobres”). O esos bares castizos con cristales rotulados en los que los parroquianos tiran las cáscaras al suelo que me recuerdan mucho al conocido bar Los Caracoles, un referente en el Rastro madrileño.

  • Pero vamos a centrarnos: no hablaremos de las impecables reproducciones de edificios o lugares conocidos, como puede ser la fachada del antiguo hospital de San Carlos (actual sede del Colegio de Médicos en Madrid), las estampas de la Gran Vía, Sol o los estupendos retratos de la zona centro de la capital e, incluso, de Málaga; sino que vamos a dar un paseo por los lugares desaparecidos, como el Dancing-Salón de Té Casablanca, situado en la Plaza del Rey –en el lugar que actualmente ocupa el Ministerio de Cultura-, diseñado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto y dirigido en aquella época –también en lo artístico– por el cantante Raúl Abril. Un local innovador y a la moda de la época.

  • Otro detalle desaparecido que aparece representado es el antiguo templete de la estación de metro de Gran Vía diseñado por Antonio Palacios, y que se inauguró en 1920. Su gran novedad eran sus dos ascensores (accesibles por 5 céntimos), y estaba situado en la Red de San Luis, frente al local de lo que era la joyería Aleixandre (actualmente, el McDonald’s de Gran Vía).

    Y llegamos al punto que supone el mayor orgullo de la autora por la falta de documentación gráfica al respecto y que me consta que supuso una bonita experiencia para Teresa Valero, puesto que su padre trabajó allí: el café Fuyma, que estaba situado en el número 44 de Gran Vía, haciendo esquina con Miguel Moya (el local que ahora ocupa el Five Guys de la Gran Vía). El origen del nombre es curioso, ya que fue fundado en 1931 por los gerentes de la empresa Fundición de Hierro-yerro- Maleable, y era conocido por ser el punto de encuentro de la comunidad puertorriqueña en Madrid.

  • Pero no nos vamos a circunscribir a las localizaciones, sino a lo que es también el entorno histórico-cultural, como la representación de los periódicos clandestinos que, a mano y con mucha imaginación, editaban los reclusos en cárceles y campos de concentración.

    En este cómic se ven representados en la ficticia “Bragadas Internacionales” (bonito juego de palabras con el significado de “de resolución enérgica y firme”). Y ya que hablamos de esos periódicos artesanales, os invito a descubrir los guiños a históricos de la historieta como Lilo, Antonio Lara “Tono” o las caricaturas que Bagaría (Lluís Bagaria i Bou) dibujaba para “La Vanguardia”.

    Otro punto interesante es la representación de los hechos acaecidos durante los llamados Sucesos de 1956. Efectivamente, se produjeron varias manifestaciones, y una de ellas se topó con una concentración de falangistas de la Guardia de Franco (organización paramilitar constituida en 1944 que duró hasta 1977).

    Hubo un herido (Miguel Álvarez) por arma de fuego y se produjeron varias detenciones (digamos que, además de a Luis Sarobe, se habrían llevado a gente como Ramón Tamames, Javier Pradera, Enrique Múgica o José María Ruiz Gallardón, que igual os suenan de algo).

    Esos hechos tuvieron una importancia capital en nuestra Historia y en el devenir del fuero universitario, ya que, además de la dimisión del rector (Pedro Laín Entralgo), se produjo el cese fulminante de Joaquín Ruiz-Giménez (ministro de Educación) y de Raimundo Fernández Cuesta (Secretario General del Movimiento), además de la pérdida de fuerza y posterior desarticulación del SEU (Sindicato Español Universitario, la organización sindical estudiantil del régimen –la única legal en ese momento–).

    Hay que destacar también la fidelidad en la representación de los uniformes de la Policía Armada (los famosos “grises”), tanto en el equipo de guarnición (reconocible por el correaje negro hacia los hombros en plan tirantes), como de servicio, como de instituto montado (caballería).

  • Como dato anecdótico, y para los aficionados a esas cosas, los modelos de cámaras y máquinas de escribir son reconocibles.

    Para terminar, y aunque resulte curioso, la trivialidad de las reseñas de las ejecuciones por garrote vil en la prensa es históricamente correcta. A menos que se tratase de alguien especialmente notable.

  • ¿Es, entonces, un cómic recomendable?

  • ¡Sin dudarlo! Y ya no solo por la calidad de la trama, sino por el excelente trabajo de documentación y la meticulosidad en su factura. Es un producto que Teresa Valero ha hecho con el corazón, y esas cosas se notan. Y casi que lo mejor es que saldrán más (la viñeta final es un “CONTINUARÁ” como la copa de un pino).

    Y en Akira Cómics ya lo tenemos preparado. ¡Acércate a por él!

Francisco Javier Illescas Díaz


Amante de la lectura desde antes de saber leer. Dueño de un ojo certero para discernir hasta los más nimios detalles. Gran aficionado a la Historia y azote de gente poco documentada.

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