Blacksad: origen de un gato detective
Francisco Javier Illescas Díaz
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Falta poco para que “Blacksad”, la conocidísima obra de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido, cumpla 20 años. ¿Sabes lo que hay detrás de esta obra?
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Hoy vamos a intentar acercarnos a “Blacksad”, la conocidísima obra de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido, desde un punto de vista más analítico de lo normal, con objeto de poder conocer algo mejor los orígenes de los que bebe esta obra.
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¿Cómo nace y toma forma “Blacksad”?
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“Blacksad” nace a principios de los años 90 como un experimento fruto de la mente de Juan Díaz Canales. Se trata de algunas historias cortas creadas con el objetivo de que fuesen publicadas en alguna revista de la época –como podría ser “El Víbora”– con un acabado mucho más primitivo que el que tiene ahora, como podéis ver en la imagen.
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La historia, no obstante, tenía un fuerte potencial, y la asociación con Juanjo Guarnido fue inmediata en el momento en el que éste accedió a estas historias primitivas.
La magia de este cómic reside en la mezcla de un género tan antiguo como la fábula animal con el relativamente reciente género negro, que no llega al siglo de antigüedad. Esta mezcla funciona perfectamente pese a asumir el riesgo de soltar a los animales humanizados en una trama realista dentro de un entorno de presentación de la realidad también de un riguroso realismo.
¿Y por qué funciona?
Porque la representación animal permite jugar ilimitadamente con los estereotipos que los animales representan, bien sea por asociación directa –el policía arquetípico es un perro, el tratante de droga es un camello, el detective es un gato…– o por ruptura del estereotipo –encontramos un zorro policía, o un abogado representado por una hiena que resulta ser un buen tipo–.
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A ello le podemos sumar un potente guion fuertemente influenciado por los diálogos tanto de las novelas como del cine negro de época, caracterizados por tratarse de auténticos ejercicios de elocuencia e ingenio.
Así, os podemos remitir a los duelos de esgrima verbal entre Burt Lancaster e Ivonne DeCarlo en “El abrazo de la muerte”, de Robert Siodmak, o entre Humphrey Bogart y Lizabeth Scott en “Callejón sin salida”, de John Cromwell; o a esos combates de boxeo dialéctico entre Lauren Bacall y Humphrey Bogart en “El sueño eterno”, de Howard Hawks.
En definitiva, tenemos siempre la impresión de tener delante una película de serie negra, no solo por los clichés que se utilizan o la obvia influencia estética, sino por el propio montaje de la página y la magistral utilización de los planos.
Y no olvidemos tampoco la elección de las paletas de color. Cada álbum de “Blacksad” –hasta ahora, pues nos consta que en los 2 volúmenes de la próxima entrega se abandonará esta tendencia– se caracteriza por el uso de una determinada paleta de color.
En el primero de ellos, “Un lugar entre las sombras”, por ejemplo, se opta por una gama de colores apagados, tonos grises y negros que refuerzan la representación de un ambiente oscuro y sombrío.
Sin embargo, pese a que el empleo del plano americano y de los encuadres típicos del género negro resultan predominantes, encontramos secuencias más propias de los géneros de acción modernos a lo “John Woo”, como la secuencia del tiroteo con la rata, al tiempo que se cubre con el cuerpo del varano en la página 34 de “Un lugar entre las sombras”.
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Noir con animales… ¿Por qué?
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Precisamente porque, tal y como hemos indicado ya, las historias de “Blacksad” no dejan de tener un cierto regusto a fábula clásica. Determinados animales representan un arquetipo de comportamiento que subyace en el imaginario popular, ya que es su propia naturaleza la que define su instinto y su conducta.
Y leyendo “Blacksad” lo vemos con precisión: el aspecto físico y el arquetipo asociado al animal no requiere explicar su historia o intenciones, logrando, de esa manera, una narración mucho más fluida y clara que permite desarrollar la trama principal en toda su complejidad sin aclaraciones innecesarias.
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Mujeres fatales, policías corruptos y honestos, tipos duros, mafiosos, pandilleros, matones… Todos tienen su representación animal aderezada con diálogos que parecen nacidos de la natural seducción de Rita Hayworth, o de las bofetadas verbales de Bogart, o de la elegancia y honestidad de James Stewart.
Pero, como toda técnica narrativa, tiene sus excepciones: en este caso la historia que nace en el momento en que el animal se comporta de la manera contraria a la que se espera de él. Porque, por ejemplo: ¿alguno de los lectores sería capaz de concebir la estampa de un koala cabreado?
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Y hay un punto curioso: sólo se humanizan mamíferos, anfibios, reptiles y aves. Los insectos y peces siguen siendo simples animales.
Además, el regreso al género negro supone un soplo de aire fresco por la cantidad de contrastes y recursos que presenta.
Por una parte, pese a la imagen que el público tiene de esta época debido a los estereotipos de género, la sociedad estadounidense de los años 50 tenía un punto de inocencia, un candor y una despreocupación nacida de las bondades económicas generadas por el auge de la industria doméstica tras la II Guerra Mundial.
Partimos de la representación bien documentada de un marco histórico y social que ya nos resulta exótico con respecto a lo que normalmente encontramos en la oferta de cómics de hoy en día.
A ello le sumamos la representación histórica de problemas histórico-sociales propios de la época: el racismo sureño en “Artic Nation”, la aplicación del Macartismo y su correspondiente “caza de brujas” en “Alma Roja”, el mundo del jazz y la industria musical con sus correspondientes juguetes rotos en “El infierno, el silencio” o el homenaje al género road movie nacido de los textos de Jack Kerouac y la generación Beat en “Amarillo”.
Y no nos olvidemos de otro rasgo distintivo de las aventuras de "Blacksad”: huye de los finales felices. Como mucho, aceptamos finales agridulces. Pero olvidaos del “fueron felices y comieron perdices”.
Pero, antes… una última curiosidad: los álbumes de “Blacksad” tienen banda sonora. Todas las canciones que aparecen en las historietas existen, y tiene su sentido que aparezcan en los momentos en los que se representan. Os invitamos a buscarlas y a escucharlas, le dan a la lectura otra dimensión.
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Y a todo esto… ¿Quién es Blacksad?
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John Blacksad es un gato negro, veterano de la II Guerra Mundial, que combatió en el teatro de operaciones europeo y que ahora se dedica al difícil oficio de detective privado. Procede de un barrio humilde e inició, sin éxito, estudios superiores de Historia.
Vive en un apartamento de soltero que deja ver mucho sobre su personalidad: es persona de naturaleza intelectualmente inquieta, si tenemos en cuenta la cantidad de libros que hay. A juzgar por los periódicos que hay, observamos también que le gusta estar informado y que, pese a lo que deja entrever en “Alma Roja”, tiene cierta sensibilidad para el arte, particularmente para la obra pictórica de Toulouse-Lautrec (este cuadro, para ser más exactos).
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A partir de la primera viñeta de “Un lugar entre las sombras” apreciamos un cambio en John Blacksad. El asesinato de Natalia Wilford lo convierte en alguien atormentado por lo que termina teniendo que hacer. Un ser atormentado por un sentimiento de profunda culpa que no encuentra el consuelo que buscaba.
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Pero Blacksad tiene familia: una hermana –Donna, que trabaja como guía turística en Santa Fe– y un sobrino –Ray–. A través de ellos, sabremos que hace algún tiempo que no saben nada de su padre.
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Ahora solo os queda acercaros a vuestra tienda de confianza para comenzar a disfrutar de esta fresquísima saga que va camino de convertirse en un clásico.
Imágenes | Blacksad.